El contrato de aprendiz

Las cosas de Don Bosco  |  José J. Gómez Palacios

24 octubre 2023

Nunca olvidaré a aquel cura joven que puso alma de dignidad a mi frágil cuerpo de papel.

Yo era una vulgar cuartilla sobre la mesa de Don Carlos, patrono y maestro vidriero. Aguardaba mi destino: convertirme en factura.

En mi espera miraba el color rojo intenso del horno en el que se reblandecía el vidrio. Observaba a los obreros soplar por largos tubos para dar forma de vasos, botellas y jarras a porciones de masa incandescentes… A veces modelaban también finas “lágrimas” de cristal para señoriales lámparas de araña.

Un día se presentó en la fábrica el cura joven. Le acompañaba un muchacho de apenas doce años. Cuando entraron al despacho, escuché las protestas de Don Carlos: “Don Bosco, lo que usted me propone es una barbaridad. ¡Nadie lo ha hecho nunca así!”. Don Bosco sonreía seguro de conseguir su propósito.

Sin mediar más palabras, el sacerdote comenzó a escribir sobre mí. Aquel cura sabía lo que quería: las ideas fluían desde su mente a la pluma, y desde la pluma se deslizaban rápidas sobre mi cuerpo de papel.

Varios minutos después, sopló sobre mi superficie para acelerar el secado de la tinta. Me entregó al maestro vidriero. Los ojos del patrón me leyeron con atención. Por un momento temí ver mi cuerpo despedazado cayendo a la papelera… Pero no. Don Bosco y Don Carlos sonrieron, firmaron y se dieron la mano. Yo respiré tranquilo.

Con el tiempo me enteré que había entrado en la historia: tengo el honor de ser el primer contrato de trabajo de un aprendiz. Gracias a mí, aquel muchacho tuvo garantizado un sueldo progresivo durante los tres años de aprendizaje, quince días anuales de vacaciones pagadas, descanso los domingos y festivos… y sobre todo, fue respetada su dignidad de joven obrero.

Nota: Durante el mes de noviembre de 1851, Don Bosco promueve y firma el primer contrato de la historia entre un patrono y un aprendiz. El patrono era el maestro vidriero D. Carlos Aimino y el aprendiz, José Bordone. El documento original se conserva en los archivos de la congregación salesiana. (Memorias Biográficas. Tomo IV. Pag. 230-231).

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