El verano es la época que más dolores de cabeza da a las familias, en cuanto a conciliación familiar se refiere. Temas como la organización familiar, ejecución de planes diferentes y rotura con la rutina, son solo algunos de los desafíos que deben enfrentar cada año miles y miles de familias en este periodo estival.
Sin embargo, a veces se nos olvida entender y comprender que necesitan o quieren los más pequeños de la casa. Por todo ello, se ha preguntado al alumnado qué le piden al verano. Sin más condiciones ni matices. ¿Qué le pides a tu verano? Niños y niñas de nueve y diez años han respondido a esta pregunta. Y, sinceramente, las respuestas obtenidas, como mínimo dan que pensar.
Le pedimos al verano…
Piden tiempo, tiempo de calidad, tiempo para estar con papá y con mamá ya que el trabajo de los progenitores es su mayor enemigo. Quieren compartir con ellos ese tiempo y que dejen a un lado los temas laborales o las preocupaciones; y no les vale con su presencia, sino quieren sentir de verdad que estén con ellos. Reclaman juegos de mesa, momentos de cosquillas… hasta poder enseñar lo aprendido durante el curso.
Piden volver al pueblo y estar con la familia, como antes; volver a esos momentos donde la unión familiar era un chute de energía para ellos. Echan de menos que las cosas ya no sean como antes, cuando los primos y demás familia compartían risas y anécdotas alrededor de una mesa.
Piden ir a la piscina, al monte, a la playa o de paseo. Y la gran mayoría pide dejar a un lado los teléfonos y la tecnología, y poder sentir más cerca a las personas de al lado. ¡Y nosotros pensando que desean estar continuamente con esos aparatos! cuando lo que esas máquinas no les dan es justo lo que piden: la atención y el amor.
A ver si en el fondo todo va a ser tan sencillo como estar con ellos. A ver si nos pasamos mucho tiempo planificando grandes planes cuando lo que de verdad necesitan los niños es sentirse queridos y atendidos. Ojalá cuando llegue septiembre y vuelvan a las aulas, nuestros niños no sólo hayan desconectado un poco del ámbito académico, sino que hayan reconectado con el ámbito familiar. Siguiendo el mensaje de Don Bosco, no vale con querer a nuestros hijos, ellos y ellas deben sentirse queridos.
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