Tiempo de aglomeraciones y silencios

25 septiembre 2024

Una mirada sobre esta sociedad que nos envuelve y nos define. Se nos antoja como un mundo en movimiento que, cuántas veces, no sabe adónde va. No es bueno estar siempre parados, pero tal vez sea peor no saber hacia dónde se camina. Me atrevo a distinguir, entre otros posibles, dos grandes grupos que conforman esta sociedad en camino: el de los aglomerados y el de los que encaran la vida en soledad.

Del primero me llama la atención el ruido, la movida, la prisa por llegar a ningún sitio. El estar con otros la mayoría de las veces sin saber quiénes son. Pero no me sorprende menos la vaciedad de sus conversaciones y la ausencia de contenidos. Me imagino a un grupo de fans de un equipo gritando desaforadamente a favor o en contra. A veces no soy capaz de distinguir lo que se grita. O a los participantes en una manifestación, o a los trabajadores de una empresa, o a los componentes de una comunidad o una familia… Pueden gritar y, al minuto, preguntarse qué hemos dicho.

El otro grupo es el de los que condimentan como pueden su soledad. Me contaron que ‘el sesenta por ciento de las mujeres y el cuarenta por ciento de los varones, llegados a cierta edad, padecen de hipoacusia’. O sea que la sordera es más frecuente de lo que parece. Han entrado en ese campo en que  se precisa un audífono para enterarse de algunas cosas de las que pasan. También leí que ‘el ochenta por ciento de la audición se realiza con los ojos’. No es de extrañar, pues, el lenguaje de los sordomudos y de que quienes padecen sordera la reducen observando los labios de sus interlocutores.

Si en los primeros los ruidos disminuyen los contenidos, en los segundos, los silencios se van apoderando de la vida y las relaciones personales se hacen más lentas y complicadas. No sabe uno qué es más problemático, si no oír o no enterarse de lo que sucede porque los gritos te lo impiden. Casi prefiero lo primero ya que es lo que a mí me sucede.

Dicen que para salir al paso de los problemas planteados por este modo de andar por la vida se ha inventado el celular, el móvil. Ese aparato sutil que encierra todos nuestros secretos y nos pone en contacto con las personas, pero siempre en la distancia. Se me ocurre que es necesario, en las aglomeraciones, descubrir que los que nos acompañan son personas que hablan, que se dicen y que merecen ser escuchados porque siempre tienen algo positivo que comunicar. He ahí otro tema que precisa nuestro tiempo: aprender a escuchar. Y aquí se entremezclan estos grandes grupos de los que estamos hablando. Unos que no oyen, dejando a la intuición campo libre, y otros que no oyen porque no hay peor sordera que la del que no quiere oír.

La época de las comunicaciones no ha encontrado la manera de  decirse porque prefiere pasar por la vida ‘como quien oye llover’. Solo con una opción clara por escuchar lo que pasa, lo que se dice, lo que nos inquieta a todos,… podríamos encontrar caminos para que la soledad sea un espacio de paz y sosiego y las aglomeraciones el lugar donde el murmullo de la vida nos hace más conscientes y preocupados por los demás.

Yo me apunto al partido del ruido silencioso y a la cooperativa de la voz tenue de la hipoacusia. Tal vez ahí percibamos lo que es caminar juntos, sabiendo hacia dónde nos movemos y quiénes son nuestros acompañantes o compañeros de camino. He experimentado que la vida se desliza entre estas dos ocultas y misteriosas coordenadas.

1 Comentario

  1. Miguel

    No sabía de este estudio sobre la prevalencia de la hipoacusia entre la población. No aclara el artículo sobre qué grupo se ha llevado a cabo el experimento. Sí recuerdo que en una Universidad española se llevó a cabo un estudio en esa misma línea, y detectaba un 30% de sordera ¡¡¡¡¡entre la población estudiantil!!!!.
    Hace tiempo le dije a un amigo empresario que el negocio del futuro son los audífonos. Basta con constatar el volumen al que se escucha la música o lo que sea en los auriculares personales. A veces se oye la música de otro móvil a metros de distancia. Es una agresión timpánica en toda regla. Así que no es de extrañar que el uso de audífonos esté disparado cada vez a más temprana edad.

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