El impreso de la imagen muestra un retrato en blanco y negro de un hombre de mediana edad, con cabello corto y peinado hacia atrás, con vestimenta clerical y alzacuellos. En el lado derecho de la imagen está escrito en elegante tipografía cursiva la información de la identidad: Don Mario Marega, un sacerdote misionero salesiano, que trabajó en Japón durante 45 años.
La pasión de este salesiano sacerdote fue el descubrimiento de los documentos relativos a los mártires japoneses, hasta el punto de reconocer que «cuando todos estos mártires estén inscritos en el catálogo de los santos, podré decir que mi mayor deseo se habrá hecho realidad».
Mario Marega (1902-1978) fue un misionero salesiano en Japón, a donde llegó en 1930. Comenzó enseñando Filosofía a los jóvenes salesianos en Miyazaki y Takanabe, y luego se trasladó a Ōita donde trabajó como capellán y donde, en 1933, publicó obras en japonés: Ozanam, Shinkō no Konpon (Los orígenes de la fe) y Katorikku wa kotaeru (Los católicos responden). Vivió en Japón los duros años de la Segunda Guerra Mundial. Tras la guerra retomó sus actividades como misionero, docente y párroco en Usuki, Kyushu y Meguro.
Su respeto por la cultura japonesa le llevó a traducir libros antiguos japoneses, consiguiendo el aprecio de toda la sociedad. Son numerosas sus contribuciones a la investigación de la cultura japonesa, como la revista cultural “Monumenta Nipponica” y la publicación en Italia de numerosos libros desde “Japón en cuentos y leyendas”, a “Memorias cristianas de la región de Ōita”. Las revistas misioneras de toda Italia no dejaron nunca de publicar sus numerosos artículos y aportaciones llegadas de Japón.
Su labor misionera y cultural, estrechamente unidas, le llevaron al descubrimiento de documentos relativos a la historia del cristianismo en Japón. Los materiales que iba descubriendo los empezó a recopilar y enviar a principios de los años cincuenta a Turín, aunque el grueso del fondo se envió a través de la nunciatura directamente a Roma en 1953. Así se fue creando lo que hoy se conoce como Fondo Marega, miles de documentos que recogen textos de literatura japonesa, manuscritos del período Edo y notas y apuntes personales de Marega.
Pero era un fondo difícil de catalogar para una biblioteca occidental. Permaneció entonces durante muchos años en un depósito, donde fue redescubierto en marzo de 2011. En ese momento se puso en marcha el Proyecto Marega, en colaboración con varias instituciones académicas japonesas, entre ellas el Instituto de Investigación en Humanidades (Nihu). Así comenzó un largo proceso de inventariado y restauración en el que participaron numerosas organizaciones. Por último, todo el fondo completo fue digitalizado, y eso ha permitido que se encuentre disponible en la red para todos los estudiosos que quieran utilizarlo en sus investigaciones.
Este misionero salesiano nunca ocultó que la principal motivación de su esfuerzo de recopilación y estudio era recordar a las víctimas de la persecución japonesa. Muchos de los manuscritos de los siglos XVII a XIX, los más preciados, atestiguan la terrible represión que sufrieron los cristianos en Japón en el periodo “Edo”. Entre estos manuscritos destacan los registros con nombres de mártires, apostasía forzada y certificados obligatorios de fe budista. El Fondo Marega constituye para los historiadores una fuente primaria fundamental para reconstruir la historia del cristianismo en Japón, pero su valor religioso va mucho más allá y constituye la aportación de una visión mucho más amplia sobre la realidad de las zonas rurales japonesas en la época pre-moderna.
Detrás de este importante tesoro cultural está la obra de este misionero, el salesiano Mario Marega, que vivió en Japón entre 1929 y 1974. Gran estudioso de la cultura japonesa que logró documentar y preservar, a través de una red de relaciones personales, un valioso archivo de documentos del período feudal japonés; que envió a Italia, evitando así su destrucción.
Biblioteca Bosco de la Universidad Salesiana de Roma.
FONDO MAREGA
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