La familia de hoy, con frecuencia más pequeña y más problematizada que la de ayer, funciona cada vez menos como institución social primaria, en la que se aprendían las reglas elementales para vivir juntos y se proponía como lugar/base en la que se podían expresar los propios deseos.
Es curioso como las encuestas siguen arrojando un gran aprecio de los jóvenes hacia la institución familiar, aunque dicha valoración no alcance cotas de hace 20 años. Sin embargo, en medio de las paradojas que habitamos, esos mismos jóvenes que valoran con frecuencia la institución familiar como algo positivo, ellos construyen unos núcleos familiares muy diversos.
Gran transformación
Hoy el “familiario” ha experimentado una gran transformación, se ha complejizado: “Si antes al aludir al término familia se entendía que hablábamos del término familia nuclear o tradicional, sin embargo, este modelo de familia nuclear se ha sustituido por: a) familias con madres que trabajan fuera del hogar; b) familias con padres o madres divorciadas; c) familias formadas por parejas que se casan por segunda vez con o sin hijos/as; d) madres solteras y padres solteros; e) personas que viven solas; f) parejas del mismo sexo con o sin hijos/as; g) familias extendidas (entiéndase abuelos/as, tíos/as, primos/as y otros parientes cercanos); h) abuelo o abuela con nietos/as; e i) tutor/a que pueda ser pariente o no de un/a menor” (Pérez, Cantoral y Rodríguez, La maternidad subrogada, 2017, 31).
Por esta complejidad de la familia, podemos decir que hoy el concepto de familia es dinámico y que se va transformando con el paso del tiempo. No obstante, si la familia (sea cual sea su composición) quiere seguir prestando ese servicio social de institución primaria en la socialización de las personas, hay una serie de cuestiones en las que tiene que enfocarse de una manera muy especial: funciones de cuidado, asistencia y educación de los hijos y compartir los mismos valores educativos; vivir en un ambiente optimista y sereno; evitar la confrontación para mantener la satisfacción en la pareja; estimar positivamente el tiempo dedicado al cuidado de los hijos y a tener tiempo libre de trabajo para dedicarlo a la vida familiar, superando el estrés que pueden sufrir algunas familias debido a una falta de división de trabajos en la vida doméstica y a no gozar de unas condiciones laborales que permitan mayor atención a la familia, etc.
Ahora bien, conseguir esto, no nos engañemos, es una “misión compleja”.
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