El 5 de febrero de 1875, Don Bosco envió una circular especial a los socios de la congregación salesiana. La imagen de la foto expone el borrador original de dicha carta; que comunicaba: «Entre las diversas propuestas que se hicieron para la apertura de una misión, la República Argentina… Más allá de la parte ya civilizada, interminables extensiones habitadas por pueblos salvajes… Los salesianos que deseen ir deben presentar una solicitud por escrito…» (véase MB 11,143).
Un frío día de febrero, Don Bosco se sentó a escribir. Frente a él, unas hojas manuscritas que hoy, más de un siglo después, conservan el pulso de su alma misionera. La imagen de la foto expone el borrador manuscrito —con sus trazos firmes, correcciones y anotaciones al margen— donde se percibe algo más que tinta sobre papel: se siente el latido de una decisión que cambiaría el rumbo de la Congregación Salesiana.
Un Borrador que condensa historia
La fotografía del borrador de la carta circular revela un momento íntimo y trascendental. Don Bosco, con la mirada puesta en horizontes lejanos, redacta un mensaje destinado a sus hijos espirituales. No era una carta cualquiera. Era una llamada. Un envío. Una provocación al corazón.
El Sueño de América
En ese texto, Don Bosco anunciaba el inicio de la primera expedición misionera salesiana hacia América del Sur. Argentina sería el destino, pero el verdadero objetivo era mucho más profundo: llevar el carisma salesiano a los jóvenes más necesitados, allí donde la esperanza parecía lejana. “No os prometo comodidades”, escribía, “sino trabajo, sacrificio y la gloria de salvar almas”. Palabras que hoy resuenan con la misma fuerza que entonces.
Una preocupación cercana y dolorosa
Sin embargo, es probable que, al escribir esta carta, Don Bosco no estuviera pensando tanto en los desafíos de la misión en sí, sino en una preocupación más cercana y dolorosa. En aquellos días, Don Bosco enfrentaba tensiones con el arzobispo de Turín, monseñor Gastaldi, quien tenía una visión diferente y a menudo irreconciliable sobre su nueva congregación. Esta situación, que Don Bosco llevaba como una espina en el corazón, requería toda su paciencia y mansedumbre.
La pregunta provocación vocacional
Y luego, la frase que se convirtió en leyenda: “¿Quién quiere partir?” No era una pregunta retórica. Era una invitación directa, audaz, casi temeraria. Don Bosco no ofrecía certezas, ni seguridad, ni descanso. Ofrecía una misión. Y ante esa pregunta, muchos jóvenes respondieron. Algunos con miedo, otros con entusiasmo, pero todos con una fe que los impulsaba más allá de sus límites.
Un legado vivo en cada Misión.
Hoy, al contemplar la imagen de este borrador manuscrito de la carta, no puede evitarse imaginar a Don Bosco inclinado sobre su escritorio, escribiendo con pasión y urgencia. Esa carta no solo envió misioneros a América: envió al mundo una forma nueva de educar, de amar, de servir. Y cada vez que un salesiano cruza una frontera para estar con los jóvenes, esa pregunta vuelve a resonar: ¿Quién quiere partir?
DATOS IMAGEN:
ANSFOTO SERVICIO STAMPA 124/18 noviembre 1974 (foto 124)
Original impreso en papel satinado brillante
ARCHIVO HISTÓRICO EDITORIAL CCS (registro Alejandro Mata sdb)
Digitalización Fondo fotográfico publicaciones. CENTRO PATRIMONIO SALESIANO SSM
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