El pasado 10 de octubre la Iglesia beatificaba a Carlo Acutis. Un joven de 15 años, que se ha convertido en todo un fenómeno mediático. Su cuerpo, vestido con una sudadera, pantalones vaqueros y zapatillas deportivas, y tras 12 años enterrado se encontraba en una estado de conservación muy bueno, ha llamado la atención de millones de persona religiosas y no religiosas, que, a través de internet, han llegado a conocer lo que algunos han llamado “un santo de nuestros días”.

Pero, ¿qué hay detrás de esta imagen mediática y por lo que se le ha considerado, a sus 15 años, digno de subir a los altares, con un proceso tan exigente, estricto y exhaustivo como el que lleva el Vaticano para las causas de los santos? No hay grandes novedades en el camino ni en los medios para llegar a este grado de santidad: vida espiritual intensa y entrega a los demás. Con una peculiaridad: el uso de las nuevas tecnologías, internet y las redes sociales como medio de evangelización.

Detrás de su sonrisa y aceptación de la muerte estaba su profunda vida interior y confianza en el Señor. Ya desde muy pequeño mostró una inquietud espiritual que hacía que pasara por la iglesia a visitar el Santísimo, y llevar flores a su “cómplice” la Virgen a la que rezaba diariamente el rosario. Solicitó recibir la primera comunión en segundo de Primaria, a los 7 años, y desde entonces tuvo una profunda vivencia eucarística. Pero, estas vivencias las llevaba con tal discreción que no le convertían en un bicho raro entre sus compañeros y amigos.

La directora del colegio donde estudió cuenta cómo parte de la grandeza de Carlo estaba precisamente en su sencillez y reserva, que, a simple vista, le hacía parecer como uno más entre sus compañeros, como un niño normal y bueno. “Puedo decir, termina, que el milagro más grande que vi en Carlo, es que se le veía como a todos los demás”.

Otra característica que llama la atención en los videos que de él se conservan es la alegría contagiosa que transpira su rostro, a pesar de estar comunicando que estaba ya “en la autopista hacia el cielo”. Era una de sus maneras de invitar a los demás a vivir la fe y que logró la conversión de un hombre hindú que trabajaba en la casa de Carlo.

No faltó en su vida la ayuda los demás. Sus padres se llevaron una gran sorpresa en su funeral. Afirma su madre que “la iglesia estaba a rebosar y no conocía a casi nadie. Había transeúntes, gente sin techo… a los que, compraba comida, sacos de dormir, colchones… y se llenó la iglesia de esas personas”.

Y, finalmente, como una de sus características más significativas fue la utilización de internet y las redes sociales para difundir el evangelio y los milagros eucarísticos: “el apóstol de internet”. Un santo de nuestro tiempo.