En el verano de 2018, participé en el Campobosco nacional del Movimiento Juvenil Salesiano en Turín. Fue un viaje bastante largo que comenzó por juntarnos unos setecientos jóvenes en la casa Martí-Codolar en Barcelona. Visitamos varias casas salesianas, lugares en los que estuvo Don Bosco en su visita en el año 1886 y aquellos que surgieron de esta primera visita a España. Fue allí, por aquella tierra, donde escuchamos por primera vez el nombre de Dorotea de Chopitea. No es fácil recordarlo al principio, pero lo que a todos nos fascinó es que era un nombre único y especial.
El curso pasado comencé en un grupo de aspirantes a Salesianos Cooperadores en una casa salesiana donde cada grupo elige un nombre que lo represente. Nosotros, desde un primer momento pensamos en Dorotea, y finalmente lo hicimos realidad.
Poca gente conoce la existencia de Dorotea, y menos aún lo que hizo. Esta chilena con ascendencia española, contribuyó en la fundación de obras de los Salesianos en Chile y financió la creación de varias escuelas profesionales en Barcelona, participando también con otras congregaciones religiosas.
Dicen que fue una mujer enérgica, vivaz y con un corazón de oro. Su gran relación con Dios y su caridad por los más pobres hacen de ella una mujer excepcional, ya que era lo primordial en su vida. Dorotea nació en una familia de bien, se casó muy joven, tuvo seis hijos y viajó mucho por el mundo por el trabajo que desempeñaba su marido. Juntos, financiaron unas treinta fundaciones, entre jardines de infancia, escuelas, hospitales, talleres… Algunos son más conocidos, como el Hospital San Joan de Dèu, el Templo Sagrado Corazón del Tibidabo, la Escuela Salesianos Sarriá y la Escuela Taller de Artes Gráficas de Barcelona.
Al quedarse viuda, Dorotea multiplicó su compromiso social y pensó en fundar una obra para dar trabajo a los jóvenes y huérfanos de la calle, así que pidió ayuda a Don Bosco para que le ayudara a hacerlo posible. No nos cabe ninguna duda de que Don Bosco aceptó sin pestañear. Esa fue la principal razón de su viaje a Barcelona en 1886. Por esta devoción y servicio a los jóvenes más pobres, Dorotea se convirtió en Cooperadora Salesiana. Dorotea de Chopitea murió pobre, dió todo lo que tenía en vida, toda su riqueza y su tiempo a los que más lo necesitaban. En 1983, el Papa Juan Pablo II la declaró venerable.
Las personas de nuestra casa y de nuestra parroquia se sorprenden al conocer el nombre de nuestro grupo, pero hemos sabido, por experiencia, que los que han escuchado su nombre pensaron “¿por qué ella?, ¿quién fue y qué hizo?”. Me confesaron que no pudieron resistirse a buscar respuestas a estas preguntas.
Nosotros queremos tener a Dorotea como ejemplo de servicio a los jóvenes, de compromiso, vida y de ejemplo de Salesiana Cooperadora. Dorotea merece ser recordada por quién fue y por su dedicación incondicional a los más pobres y a los jóvenes. Como me dijo una SSCC de mi casa: “Gracias a Dorotea, estamos los Salesianos en España”.
Gracias a Dorotea y a todas las mujeres que lo dieron TODO para servir a los más pobres y a los jóvenes, y por supuesto, recordando entre ellas, a Mamá Margarita.
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