Nos llaman el sexo débil

28 mayo 2018

Ana Muñoz - Misiones Salesianas

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Las mujeres son la columna vertebral de las familias y motores de desarrollo. Por ello, los misioneros salesianos trabajan en África, Asia y Latinoamérica apoyando la educación de niñas y mujeres y promocionando el papel de la mujer y sus derechos.

Nunca he entendido porqué. Las mujeres llevamos en nuestra cabeza, cuál cántaro de agua, el cuidado del hogar y de la familia, el abastecimiento de comida, la salud y la higiene del hogar, el que los niños vayan al colegio, haya ropa limpia… Además, en los últimos años, las mujeres trabajan como profesionales fuera del hogar. En realidad, poco se diferencia a lo que hacían las mujeres de la prehistoria que se encargaban de recolectar y plantar, de los niños, la comida, el fuego de la cueva… No hay espacio para la debilidad. Tan sólo en África, el trabajo de las mujeres supone el 85% de la economía del África Subsahariana. Sin embargo, de cada diez personas pobres en el mundo, siete son mujeres.

Las mujeres son la columna vertebral de las familias y motores de desarrollo. Por ello, los misioneros salesianos trabajan en África, Asia y Latinoamérica apoyando la educación de niñas y mujeres y promocionando el papel de la mujer y sus derechos.

África: “Hoy, en el mercado no me engañan”

Moukpe es una mujer de gran sonrisa y alguna arruga. “Tengo ya 43 años y he tenido 7 hijos”, dice esta gran mujer togolesa. Vive en Atchangbade, pequeño pueblo de la región de Kara en Togo. Una zona rural, que como la mayoría de los pueblos africanos, no se come tres veces al día. Moukpe saca a su familia con un pequeño campo de cultivo, pero “soy una mujer con suerte. Hoy, en el mercado no me engañan”, dice contenta. “Y es que las cosas en Atchangbade han cambiado mucho desde que vinieron por aquí los Salesianos y empezaron a enseñar a las mujeres del pueblo”, añade la mujer. Moukpe fue una de las primeras mujeres que empezaron los cursos de alfabetización para la mujer rural puestos en marcha desde el Centro Don Bosco de Kara. “Muchos hombres no entienden que las mujeres aprendan. Lo que quieren es que cuando vuelven a casa tras estar reunidos con el jefe, les tengamos la cena prepara, haya fuego y agua en la casa y que los niños no les den la lata”, dice Moukpe. “Yo espero que poco a poco esto cambie. Yo he mandado al colegio a todos mis hijos, niños y niñas… porque así tendrán una mejor vida. Espero que mis hijas puedan avanzar un poco más”, dice con esperanza.

Latinoamérica: Una experiencia, Romelia Tiul

Tengo 42 años y vivo en Santa Teresa Sanau (Guatemala). Tengo seis hijos y parte de mi vida la dediqué a trabajar únicamente como ama de casa. Mi esposo era el único que se encargaba de sostenernos económicamente. Nuestra situación no era buena, no podíamos comprar verduras, ni frutas ni carnes en el mercado. Hace unos años entré en contacto con el misionero salesiano Jorge Puthenpura y con el proyecto Talita Kumi y me dio la posibilidad de mejorar la situación económica de mi familia. Hoy, nos alimentamos mejor y mis hijos pueden ir a la escuela.

La forma de vida que las mujeres llevamos en la comunidad es muy complicada porque no se nos permite formarnos. No estoy de acuerdo con estas ideas porque hombre y mujer educados tienen mayores probabilidades de brindarle mejores condiciones de vida a su familia y, así, ayudar en el desarrollo de la comunidad. Como mujer, hoy me siento motivada, sé que soy importante, que tengo derecho a aprender y me llena de satisfacción mirar para atrás y ver cómo ha cambiado mi situación y la de mi familia.

Asia: “Conozco su sufrimiento. También lo he vivido”

Jyoti tiene 27 años y 3 hijos. Vive en Ravulapalem, en el estado de Andhra Pradesh al sureste de India. Jyoti fue violada cuando sólo tenía 14 años por el hijo del jefe en la casa donde servía. “Durante años lo escondí. No se lo dije a nadie para que no ser marginada”, explica la joven. “Conseguí superarlo y hoy tengo un marido e hijos, pero soy una luchadora para que se acaben los actos violentos contra las mujeres en nuestro país”, añade. Cada 20 minutos una mujer denuncia una violación en la India, según las cifras oficiales. Los Salesianos trabajan en programas para combatir la violencia física y sexual contra las mujeres.

“Conozco este sufrimiento, también lo he vivido. Por eso, lucho por los derechos de las mujeres en mi país”, expone Jyoti. El proyecto de los misioneros sigue diferentes tareas: registro de los hechos, apoyo a las mujeres víctimas de agresiones, actividades de sensibilización de la población para acabar con los estereotipos, trabajo con los medios de comunicación, con la policía y las autoridades para que conozcan mejor el problema y mejore el trato a las víctimas; y, por último, trabajo de incidencia política para cambiar las leyes y mejorar la protección de las mujeres.

Ana Muñoz

Visita la página web del Boletín Salesiano español: http://www.boletin-salesiano.com

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