Hace unos años, cuando iba a visitar a uno de mis sobrinos, entonces un niño, él me recibía siempre con este saludo-pregunta, “¿qué me traes?” Y yo siempre le contestaba: “a mí”, “yo soy el regalo”. Él me miraba con unos ojos y una expresión que parecía querer decir: “¡qué tío más raro tengo!”
Me viene a la mente esta anécdota de mi vida a propósito de las Navidades que ya van asomando la oreja en forma de colgantes, adornos, villancicos, luces multicolores, loterías… Para mucha gente es un auténtico rompecabezas el pensar en los regalos de Navidad. ¿Qué voy a regalar?, ¿cuánto voy a gastar?, ¿cuándo y dónde voy a comprar? En fin un auténtico lío.
Así que voy a intentar ayudar un poco con algunas sugerencias que pueden parecer un poco raras, pero que son efectivas y, además, salen gratis y no engordan. Algunas me las sugirió un escrito que circuló en Navidades.
El primero y mejor regalo que podemos recibir y dar en estas Navidades, parece una obviedad pero no lo es en los tiempos que corren de ignorancia religiosa, es la buena noticia del Nacimiento de Jesús, la presencia de Dios entre nosotros hecho un niño y naciendo de la forma más humilde y pobre.
Regala algo no comprado: un poema tuyo o de otro, unas palabras personales que salgan de dentro y que sean elegidas, de un autor conocido o desconocido.
Regala tu presencia: contacta y hazte presente a alguien a quien quieres y que hace tiempo que no ves o a alguna persona sola. Acierta a desaparecer en el momento oportuno. Sé un regalo, no una carga, ni una lata.
Regala tu tiempo: dedica tiempo a la gente que quieres y escúchala en silencio. Facilita que ella se comunique, hable y se exprese. Escucha. Regala una palabra de ánimo a alguien: dile lo bueno que tiene o ves en él.
También puedes regalarte algo a ti mismo. Quiérete un poco y regálate eso que quieres hacer desde hace tiempo: un libro, un viaje relajado, algún rato de lectura sosegada… Regálate tiempo: que la prisa, el alboroto y el jaleo de estos días no puedan contigo. El tiempo es lo más valioso que tenemos. Regálate una visión más positiva de ti mismo: mira un poco hacia adentro y busca lo que tienes de bueno, las cosas positivas que has hecho en la vida por ti y por los demás. Reconócelo y déjalo salir o regálaselo a alguien, que será la mejor forma de regalártelo a ti mismo.
Déjate regalar. Recibe los regalos como un don y sé agradecido. No hace falta nada a cambio: una palabra, una sonrisa, un gesto bastan. No pretendas comprar a nadie con regalos. Sé libre. Da sin esperar nada a cambio.
Y eso, date a ti mismo. Que seas un regalo para quien se tropiece contigo. Sorprende a amigos y enemigos. Siempre. Y también en esta Navidad.
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