Agradecemos al Señor la entrega de su vida al servicio de la misión salesiana. Que su vida, y la de todos los hermanos que nos van dejando, sea para nosotros estímulo de nuestra entrega y fidelidad, y para las nuevas generaciones un efecto llamada a vivir con valentía el «pan, trabajo y paraíso» que Don Bosco prometía a los que respondieran al Señor como salesianos.
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