Artículo original publicado en Vida Nueva el 10/9/22
Por mi condición de cardenal y de presidente de la Conferencia Episcopal del Norte de África, me está tocando participar en encuentros y asambleas eclesiales en África, en Roma y en diversos lugares del planeta. Vivo todas estas ocasiones como experiencias de catolicidad. Pero ¿qué encierra esa nota constitutiva de la Iglesia que es la catolicidad? La respuesta espontánea e inmediata es decir que “católica” significa “universal”, y asunto liquidado.
Y como resulta que la “Iglesia católica” actual está presente en todos los continentes y, en mayor o menor proporción, en tantos países o más que la FIFA (que ya es decir), alcanzando la nada despreciable cantidad de 1.300 millones de creyentes, pues la cosa está clara: la Iglesia es católica porque es universal.
Pero resulta que la catolicidad de la Iglesia no es ni una cuestión geográfica ni cosa de la estadística. En efecto, en Pentecostés, cuando toda la Iglesia cabía en una pequeña sala doméstica y eran casi todos del mismo pueblo, esa Iglesia era ya católica. Y si la Iglesia llega un día a reducirse a un ramillete de pequeñas comunidades, numéricamente insignificantes, continuará siendo católica.
El que la Iglesia sea católica no depende ni de la cantidad de miembros ni de su extensión geográfica, sino de la apertura a todo y a todos, de la tensión hacia la plenitud y a la totalidad. “Católico”, más que universal, expresa algo que es o que va hacia lo “total, entero, pleno”. Católico es lo que se vive “en conjunto” o “en general”, lo que está “de acuerdo con el todo”. Lo contrario de ser católico sería ser cerrado, excluyente, limitante… El término “holístico” está de actualidad… y tiene la misma raíz que “cat-hólico”
Un estilo de vivir la fe
Para la Iglesia, como explica muy bien monseñor Aveline, arzobispo de Marsella y nuevo cardenal, el ser católica no es cuestión de un territorio que defender o controlar; ser católica es un don y una tarea; don recibido y misión que debe cumplir, como la promesa hecha a Israel: se le da una tierra y la tarea de ser bendición para todas las naciones. En la Nueva Alianza, la Iglesia recibe el don del Espíritu y la misión de anunciar la Buena Nueva a todas las naciones a través del diálogo de la salvación.
Por eso, ser católico no consiste en inscribirse en un club, sino en adquirir un estilo de vivir la fe. La Iglesia es católica por naturaleza, no circunstancialmente. Y el desafío es que cada uno de nosotros sea de verdad católico.
+Cristóbal López, sdb
Arzobispo de Rabat
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