De pequeña, los primeros versos que aprendí, decían así…
“El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños la marejada
me tira del corazón;
se lo quisiera llevar…”
Con el permiso de Alberti diré que a mí, mayo me tira del corazón y se lo lleva al pie de Sierra Morena.
Y soy balcón y soy reja y repique de campanas perdido en sus callejuelas.
Y gitanilla en San Basilio, cera en la Magdalena y guitarra en las Tendillas y gentío de la Corredera… y ella es parte de mí y yo, Córdoba eterna.
El 5º mes del año, con sus 31 días, mayo es una explosión de colores, de aromas, de primavera. No podía ser de otra forma, el mes más bonito del año tenía que ser para Ella.
María ha secado sus lágrimas y es Estrella, manto y consuelo, es Prado y es Veredas.
María es de Fátima y de Cartagena, de Irún, Orduña y de Valencia. Es Luna y es Remedios, Caridad, de los Desamparados es Reina. Es Sagrado Corazón y es la Dulce Espera.
Y llega el 24 siempre benefactora. María extiende su gracia y nos ofrece a su Niño, es nuestra AUXILIADORA.
Siendo mamá, los primeros versos que enseñé, decían así…
“Las horas que pasan, las horas del día
si Tú estás conmigo, serán de alegría.
No me dejes solo, sé siempre mi guía, sin ti soy chiquito y me perdería.
Ven siempre a mi lado, tu mano en la mía
MARÍA AUXILIADORA, DULCE COMPAÑÍA”
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