Llega un momento en la vida en el que comienzas a pensar si vas por el buen camino, si has elegido buenas opciones, si tu sitio es donde ahora mismo estás en lo personal y profesional. Si crees que sí, piensas en cómo serán los próximos años, qué harás, dónde estarás y quién te acompañará en ese camino.
¿Estás haciendo el camino que quieres? ¿Crees que deberías de girar en algún momento para cambiarlo? ¿Escuchas a tu “yo interior” lo que te está diciendo?
Personas cercanas a mí han dado ese giro en su vida profesional, estudiando una carrera años más tarde de haber estudiado algo que en principio creyeron que era su camino. Llegaron a ese punto en el que se pararon a pensar si esa era la ruta correcta en su vida, pero te voy a contar un secreto: no se equivocaron. Nosotros decidimos nuestro camino, tomamos decisiones con las que vamos creciendo y evolucionando, ellos simplemente descubrieron otra profesión, pero no su vocación. Ahí está la magia de la vida, en encontrar aquello que nos llena y nos hace felices, en los que Dios está en todos y cada uno de los momentos, nos acompaña y nunca nos abandona.
Somos cada uno de nosotros quienes escribimos nuestro camino. Atrévete a cambiar de vida, cree en lo que haces, porque muchas veces es complicado salir y dar paso a un camino nuevo, pero hay que tener fe. Todo llega a su tiempo, ni antes, ni después y, por supuesto, disfruta de cada paso que des.
No es fácil. Claro que no. Pero eso es parte del aprendizaje, salir de la zona de confort. A veces no ves ningún sendero nuevo por el que transitar. Y aunque lo descubras, en ocasiones parece que el camino que se abre ante ti no tiene un largo recorrido. Pero siendo valiente y teniendo fe, ese camino nuevo puede ser y, de hecho, será enriquecedor para ti y, sobre todo, ilusionante, muy ilusionante.