Comenzó el encuentro unos días antes a través del grupo de whatsApp que convocaba a los participantes. Fue un encuentro de reencuentros en el que las comunicaciones hicieron su magia y conectaron a todos estos salesianos repartidos por todo el mundo.
Así lo expresaba Herminio Otero en los comentarios del grupo: “quedo claro, en las intervenciones de la videoconferencia, que esta acogida se ha ido extendiendo por todo el mundo salesiano de quienes por aquí han pasado: Ángel Segovia desde Santiago, Orlando desde Cataluña, Pancho y Ángel Sánchez desde República Dominicana, Gaspar desde Argentina, Ángel Téllez y Luis Javier que viniero desde Salamanca, Antonio Fuentes, misionero en África, como Luis Javier y Fabrice de El Congo que ahora está en La Pagoda. Y Ángel Redero y José Ángel”.
Casa de acogida
El encuentro comenzaba a las 7 de la tarde y se alargó hasta las 12 de la noche. El chat del “meet” se llenó de anécdotas, de comentarios, de vida.
“Realizamos un meet que conectó amigos allende los mares y desgranamos anécdotas que nos hacían sonreír y realizar de nuevo el milagro de la comunicación viva. Experimentar ser familia, dialogar con la discrepancia, acoger, vivir en libertad fueron verbos que resumían experiencias venidas de regiones, países y continentes diferentes.», explica Carlos M. Voces.
50 años de anécdotas
Los participantes del encuentro recordaron que en esa casa estudiaron dos rectores mayores; que contaba con un “oratorio ambulante” con los chiquillos del barrio; que, en ocasiones, no había habitaciones para todos y dormían en sacos de dormir en la sala de televisión; que Carlos López realizó varias esculturas y aún pervive la de Séneca y que su hermano Siro López siguió pintando cuadros en La Pagoda y guarda un recuerdo muy entrañable. La música para la JMJ de Santiago de Compostela la compuso Carlos M. Voces en esta casa.
Las anécdotas se fueron desgranando a lo largo de las cinco horas que duró la conexión como aquel día en que Emilio Corrales bendijo el coche de Julita, la cocinera o cuando se derrumbó el muro de la calle sin afectar a nadie. Recordaron que Aureliano Laguna, José Antonio San Martín y Santos fueron moradores de la casa e inspectores en su día. Y que Jesús Rojano sigue escribiendo libros en este lugar.
“Jesús Rojano, actual director nos acogió a todos para celebrar y Joaquín Torres, administrador, preparó las viandas. Mi primer alumno, Carlos Martínez y Siro López, que durante años hicieron piña, también se unieron a la celebración. Y, el último director, Antonio Caño que tanta vida ha dejado aquí… La tertulia de la merienda fue, para mi, señal de que la acogida sigue viva… y de que ese algo especial de La Pagoda continúa…”, concluía Otero.
En “La Pagoda” viven habitualmente salesianos que ejercen de profesores en Universidades de Madrid, muchos de ellos forman parte del claustro de CES Don Bosco. Esta comunidad en ocasiones comparte vida con salesianos jóvenes de otras inspectorías del mundo que vienen a estudiar a la capital de España, salesianos de España que deciden completar su formación académica o, incluso, misioneros que están de paso a sus nuevos destinos.
0 comentarios