Dos imágenes en mi mente. La primera en una noticia de “El País”, su título: “Más de 24 horas en la calle para solicitar asilo: “Somos personas, no animales”. Una madre con sus dos hijos pequeños en la fría noche de Madrid aguarda su turno ante la comisaría de Policía Nacional de Aluche para conseguir el documento que inicia la solicitud de asilo.
Una segunda imagen, un domingo de noviembre, más de medio centenar de coches colapsan un carril mientras esperan acceder a un centro comercial y realizar, seguramente, sus compras prenavideñas.
Dos imágenes enfrentadas, dos imágenes con una irónica y terrible coincidencia, hacer cola esperando por algo que ansían conseguir…
“Algo” debemos estar haciendo mal, pero hay tantas cosas que podemos hacer bien…
La sociedad de la doble moral, donde la fuerza se nos va por la boca y mirar hacia otro lado resulta ser lo “más saludable”.
Llegan momentos de compartir, celebrar y recordar. Abrimos nuestro hogar a familiares y amigos, los agasajamos de la mejor forma que podemos y nos sentimos felices haciéndolo. ¿Por qué no intentamos dar un paso más allá?
En esta Navidad dejemos que el Niño Jesús vuelva a nacer en nuestro corazón, que esa ternura que nos aborda se convierta en la bondad que nos empuje a movernos, a que la indignación ante imágenes como esas no nos duren únicamente 5 minutos.
Miremos a nuestro alrededor de una manera diferente, aparquemos el “yoismo” y relativicemos nuestros problemas.
La Inspectoría María Auxiliadora nos regala este nuevo curso la campaña #PrimeroLosÚltimos para decirnos que “todos tenemos un papel en la lucha contra la exclusión, que miremos más allá de nosotros mismos para ver a quienes nos necesitan, que comencemos a distinguirnos para que con nuestras acciones alguien logre decir #YOPUEDO #MIRARHACIADELANTE #SENTIRSEUNOMAS #SUPERARSUSLÍMITES”.
“La acción más pequeña vale más que la intención más grande”. L Elsenberg
0 comentarios