Arizmendiarrieta: Yo conocí al fundador de Fagor

De andar y pensar   |   Paco de Coro

14 agosto 2018

El 28 de noviembre de 1976 le visitaba en la Clínica de la Concepción de Madrid su amigo el ministro de Trabajo, y José María Arizmendiarrieta le dijo: “Mirar atrás es una ofensa a Dios; hay que mirar siempre adelante”. Fue su testamento, pues fallecía al día siguiente de un fallo cardiaco. “La humanización del trabajo asociado, la meta de su vida, inspiró la experiencia cooperativa industrial más ambiciosa que conoce la historia de España”. Así escribí de él en el Diccionario Biográfico Español en su momento. Don José María empezaba así a medir –echado en la cama, entre cables benéficos, en absoluta soledad frente a la muerte- el peso de las horas, y la consistencia de los días y de los años.

            Fue en 1974. No recuerdo el día bien.

            Nunca he dejado de esperar de la vida jugadas imprevisibles. Por eso, cuando mi amigo Victoriano Haramburu, párroco de Aretxabaleta, me invitó a conocer a Don José María me limité a dejarme llevar –la mente, libre de pensamientos; el corazón ausente- hasta su habitación en Arrasate.

            Entramos y vimos a Don José María y a la etxekoandre.

            Ambos iban vestidos con orden y elegancia. Él con su distintiva sotana y ella con corpiño y falda gris marengo y toquilla de lana de oveja latxa.

            De repente supe que el mundo en el que había ido a zambullirme –paralelo al mío- era capaz de cualquier futuro y comprendí que esa mañana había sido admitido allí en virtud de mi audacia y mi amistad con Don Victoriano. Ahora Don José María dormía, y nosotros, por primera vez yo, sabía qué era lo que estaba haciendo realmente. Estaba rezando el rosario.

            Me limpié los dedos en la chaqueta. Lo miré. Dormía.

            ¿Cuánto tiempo hace que no duerme?, le pregunté a la etxekoandre.

            Abrió los ojos.

            Hace años, padre.

            Tal vez se conmovió, o fui yo quien se lo imaginó.

            Lo que más hecho de menos son los sueños, dijo.

            Y se quedó con los ojos abiertos, despierto, mirándonos. Había poca luz, no era fácil adivinar de qué color eran. Grises tal vez. No sé.

            Poneos aquí, dijo.

            Era la butaca desde la que nos había saludado.

            ¿Así que le gusta la Historia de nuestro país?

            Me gusta mucho, la verdad. Y me gusta todo. Demasiado, tal vez.

            José Mari –dijo Haramburu-. ¿qué es lo que más echas de menos?

            ¿Aparte de los sueños?

            Aparte de los sueños. Los sueños, los que se tienen durante el día.

            ¿Tienes muchos? –prosigue Haramburu-. Sí. ¿Y los haces realidad?-. Sí.

            ¿Y cómo es esa realidad?-. Es inútil.

            ¿Inútil –pensaba yo- la Escuela Profesional Politécnica, inaugurada por el ministro de educación Ruiz Jiménez, con capacidad para mil aprendices? ¿Inútil el Colegio Menor Viteri para muchachos que necesitan trabajar al mismo tiempo que estudian? ¿Inútil la sociedad Ulgor, dedicada a la fabricación de aparatos domésticos, centrando su actividad en cocinas? ¿Inútil la marca comercial Fagor que alcanzó prestigio internacional hasta el día de hoy? ¿Inútil la Caja Laboral Popular, la cooperativa Lagun-Aro, el Grupo Ylarco, la cooperativa Anzo-Lagun, cooperativa de mujeres casadas, cuyos objetivos son la promoción de actividades industriales con el trabajo parcial en casa?

-No le creas, Paco.

-Es demasiado pronto para creer a su edad, ¿cuántos años tiene?

-34 –una edad pequeña para creer, Francisco. ¿Se llama Francisco?

-¿Hay mucha diferencia en la edad para creer?

-Sí, algún día lo descubrirá.

-¿Se podría saber ahora?

-Usted mismo se dará cuenta cuando es el momento. Por cierto como Victoriano me ha dicho que le gustan los papeles…

-Según qué papeles, padre.

-Le he preparado copia de algunos de nuestra Acción Católica y de las Juventudes Obreras Católicas de nuestro pueblo. Igual le sirven para…

            La posguerra, Javier, fue una derrota civil/incivil, en años aciagos de coches con gasógeno, la tuberculosis, las manchas infantiles en el pulmón, frisos interiores, rectricciones de electricidad y agua, miedos, miserias, hambres, cartillas de racionamiento, censuras y sufrimientos laborales. Fue, pues, José María Arizmendiarrieta quien se puso en contacto con la Escuela de Aprendices de la Unión Cerrajera. Como ésta era selectiva, él fundó otra para todos los jóvenes del pueblo, convenciendo a los empresarios de que “la educación no es gasto, sino una inversión”. A esta fundación le dio el nombre de Escuela Profesional Politécnica, inaugurada en 1952 por el ministro de Educación, el democristiano Ruiz Jiménez con 170 alumnos pero con capacidad para mil, que irían llegando poco a poco.

-Gracias por los papeles, gracias.

-No pensará salir de mi casa así, sin más.

-A ver si a cambio algún día nos escribe algo de nuestra historia.

            Me miró directamente a los ojos.

-En ello estoy, pero seguro que no será de ninguna utilidad, como Vd. me dijo antes.

-Yo no he dicho eso. He dicho que es inútil hacer realidad nuestros sueños.

-Eso, eso, quería decir.

-Los sueños, los que se tienen durante el día, esos merecen la pena.

            Nos levantamos Haramburu y yo. Apretamos las manos de “Don José María”.

-Cuente su verdadera historia del País Vasco.

-Lo intentaré padre. Es un sueño que tengo durante el día, ¿sabe?

            Salimos. Le dejamos dormir. “A esa edad se entienden muchas cosas”. ¿Qué hora era? No lo sé, al final de la mañana. Me dejé llevar. Fue espléndido haberle conocido. Así que no hay nada que sobreviva a nuestra intención, y lo que construimos nunca se construye. Llegué a publicar sólo del País Vasco más de una veintena de libros. Ha sido como un ritmo animal que yo he gestionado maravillosamente hasta ahora. ¡Ay, empiezo a ver algunos de ellos colgados en un PDF en Google y sin mi nombre y sin mi permiso!

2 Comentarios

  1. Samuel Segura Valer

    Un artículo cargado de recuerdos, historia viva ignorada en el inmediato mediático y ternura.

    Responder
  2. Antonio

    Arizmendiarrieta, además, fue un pionero del management en España. Hay un documental reciente sobre él acerca de su doble faceta religiosa y empresarial.

    Responder

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