El pasado viernes 6 de noviembre no tocaba ver a un famoso, ni echarse una foto con el cantante de moda; tampoco ver la película más taquillera… Era el día de mirar, recordar, sentir la figura y vida de Bartolomé Blanco y comprobar que es más fuerte que la muerte.
Un vecino de Pozoblanco, un joven normal, con novia, con proyectos, con familia y amigos que, al decirse y proclamarse cristiano, por seguir afirmando que Cristo es su Rey y por seguir su fe, le cuesta la vida. Lo mismo que a Teresa Cejudo, madre, catequista, mujer de caridad; también a don Antonio Rodríguez, el Párroco de Santa Catalina y antiguo alumno de Los Salesianos de Utrera.
El obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, presidió una celebración en la casa salesiana en la que propuso con fuerza y profundidad la santidad valiente y sencilla de los beatos mártires de Pozoblanco; y especialmente propuso al buen grupo de jóvenes que rezaron ante él, y que animaron la celebración con sus cantos, sus moniciones y detalles, que atendieran al amor hecho fe y vida de Bartolomé Blanco. Les propuso vivir con pasión y decisión, como él, con su vida en plenitud, lejos de posicionamientos que los despersonalizan, firmemente arraigados en la fe, como Bartolomé, como Teresa, como don Antonio.
El Beato Bartolomé Blanco Márquez es uno de los 498 mártires de la persecución religiosa en España del siglo XX, beatificado el 28 de octubre de 2007, es considerado el patrono de la juventud cordobesa. La familia de Bartolomé Blanco ofreció durante la celebración un relicario con sus reliquias y la de sus compañeros en la entrega de la vida, así como el pan y el vino de la Eucaristía. Su presencia confirmó la fecundidad de la vida y el testimonio de Bartolomé.
«Hoy el corazón salesiano tenía un nombre: Bartolomé; y con él, los de Teresa y Antonio. El telón se abría para una hermosa historia de amor. Y el siguiente capítulo lo escribimos nosotros. Cada una de nuestras vidas está llamada a ser un nuevo capítulo de amor, aprendido y vivido en la Escuela Salesiana. Una vez más, Somos Uno. Ellos nos enseñan que nada es imposible», compartían desde la casa salesiana tras la celebración.
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