Con Séneca en el “CES Don Bosco”

De andar y pensar   |   Paco de Coro

18 septiembre 2019

-¿No os impresiona estar bajo el mismo techo que un español universal?

-Yo paso –dijo Bellanato.

-Y yo –añadió Jessica.

-Y yo –prosiguió Karina.

-Tú pasas de todo, niña –observé-. Pero ese tío, Séneca el filósofo, ha estado en la platea del gran espectáculo del Foro, del mayor Imperio, el de Roma, desde entonces hasta hoy y si me apuras hasta mañana.

-Tanta mañana tiene ese como pasado.

-Todo el mañana, chicos. ¿Os acordáis de aquello que dijo: “Si vives al dictado de la Naturaleza, nunca serás pobre; pero si vives al dictado de la opinión nunca serás rico”. ¿Qué no os acordáis?

            A Rigo se le escapa la risa por entre los labios apretados.

-¿De qué te ríes tú?

-Me parece una de esas frases de calendario o de periódicos, de El Mundo, por ejemplo. Una de esas frases que siempre se atribuyen a Churchill o a Rabindranath Tagore.

-Pues ésta es de Séneca, oye, que me enganchó su obra desde que leí Cartas Morales de Lucilio, uno de los libros que tengo más subrayado.

-¡Pero si es que tú subrayas todos los libros!

-Para eso están los libros, al menos los de historia.

-¿Pero ese Séneca no iba de ecléctico? ¿No le gustaba el plagio?

-Sí y no. No y sí. No. Mira entonces no había “derechos de autor”, ni “copyright”. Él pensaba que todas las cosas que ves pronunciadas pomposamente ante la turba boquiabierta suelen ser de cosecha ajena o compartida; es decir, antes las habían dicho o Platón o Zenón o…

            Y así, y así, amigo Javier, desarrollábamos la clase sobre Séneca el filósofo en la Escuela del Profesorado “Don Bosco” entre los años 1984 al 1988. En el Índice de recuerdos que me vinculan a aquellos estudiantes, está este Séneca, tocado por la gracia de formas, dichos y biografía, como fósiles o como mariposas. Un poco desasidos, pero exactos, me llegan los detalles de aquel tema. Siempre me atrajo el desafío del filósofo y sin duda me agradaba dedicarme a su leyenda.

-¿Sabéis que las mujeres fueron su perdición?

-Cómo siempre. Woman / Mujeres.

-Así, por ejemplo, Julia Livia, de la familia imperial, le buscó la ruina de su destierro en Córcega, no sé si durante once años; la esposa de Claudio, Messalina, le persiguió por activa y por pasiva y eso que la mafia de los cordobeses, protegida por ella misma se había hecho con Roma.

-Si es que todas sois nuestra perdición –soltó Juliancho, el de Burgos, guiñando el ojo a Paloma, la de Lavapiés.

-Juliancho hoy te vuelves conmigo en el Metro hasta el barrio. Pero, hombre, es que tiene bemoles…

-Pero otras mujeres también le protegieron, le ayudaron, le salvaron. Por ejemplo, Agripina, la hija de Germánico, hermana y a la vez amante de Caligula, nada menos que mujer de Claudio y madre del emperador Nerón.

-¿Y eso de la mafia de Córdoba? –observa uno de los Poole Ruiz (Son cuatro: Enrique, Guillermo, José María y Nacho).

-Enrique, -añado- la mafia de los cordobeses en Roma era mucha mafia y todavía más desde que Messalina los prefirió, protegió y ensalzó en sus intrigas y apaños. Y es que Córdoba, ciudad absoluta, ya con los romanos, era una de las romas de la España ulterior. Nada raro que en el siglo X llegara a ser la urbe del califato omeya independiente de Damasco con más de 600.000 habitantes, eje de ciencias, artes, lenguas, humanidades. Fijaos bien… frente a la capital del reino cristiano de León, con 12.000 y Lutetia, el cogollo de París, con 600. Os cito de memoria. Afirma Ilia Ehremburg que remontando la cuesta de la verdadera Córdoba descubrimos una urbe romana a la sombra de Sierra Morena, atravesada por el Betis, hoy Guadalquivir, hasta con moneda propia.

-¡Qué cursilada, Paco, eso de “remontar la cuesta de la verdad!”.

-Permíteme alguna cursilada, Karina, como tú dices, metáfora lo llamaría yo. ¿No te parece interesante, que ofrecer la verdad de cualquier asunto necesita esfuerzo, dedicación, tesón, tanto como subir una cuesta?

            Me vino entonces a la cabeza distinguir a Séneca el filósofo de su padre, Séneca el retórico. Yo mismo me sorprendí de aquel recuerdo, pero lo consideré oportuno, necesario.

            Cuando hablo, suelo mover mucho las manos, como si fuera un romano más del Trastévere, pero ¡zas! Descompuse el gesto lentamente y alcé un brazo en señal de reconocimiento y en demanda de recibimiento. Recibimiento a la distinción necesaria.

-Pues bien, aunque sólo sea de pasada no confundir al filósofo con el retórico. Séneca el retórico, su padre, fue el rethor del momento, el maestro de retórica de toda la época de Augusto. Llegó a crisóstomo, es decir, pico de oro. Solía echar caramelos por la boca como éste: “¿Preguntas qué es la libertad? No temer ni a los hombres ni a los dioses, con desear nada deshonesto ni desmesurado, tener absoluta posesión de sí mismo”.

-¿Podíamos ahondar un poco más en Córdoba?

-Pues claro. Primero en honor a los cordobeses de la clase que son varios y algunos becados por Caja Sur y el Castillejo y después en honor de las alumnas malagueñas y gaditanas becadas por Caja Ronda que aprovechan tanto y tan bien su estancia en Madrid.. Os recordaré que no sé quién dijo, y por eso no pongo comillas, porque cito de memoria, que Séneca era un torero de la filosofía, y por eso puedo añadir la incongruencia o el anacronismo válido de decir que era además todo un señorito andaluz. Torero por su estilo cordobés, ceñido y escueto, como el del maestro Manolete, nuestro héroe y nuestra leyenda en la posguerra. Y señorito, porque poseía millones de sestercios, aunque como buen vegano prefiriera dormir sobre un tablón y cenar todas las noches un plato de polenta.

-¿Es cierto que como español vivió obsesionado por su propia muerte?

-Estuviera vinculado o no a la conspiración contra Nerón, el emperador le condenó a muerte, a suicidarse. El cordobés pidió más tablillas para escribir su testamento; no le dejaron. Entonces se volvió a su mujer y a sus amigos y, como quien brinda un toro, dijo: “Os lego la imagen de mi vida”. Le pidió a Paulina, su mujer, que no guardara luto por él, pero ella se unió al destino del sabio filósofo. Ambos se cortaron las venas de las muñecas con un cuchillo. Como se prolongara la agonía pidieron veneno y murieron sofocados por el calor. Poco antes había escrito: “Hay quien va a la muerte airado, pero la recibe con una sonrisa aquel que se ha preparado largo tiempo para semejante trance”.

            Amigo Javier, Lucio Anneo Séneca, nació en Córdoba sobre el año 4 antes de Cristo y murió en Roma el 12 de abril del año 65 después de Cristo. Los primeros cristianos llegaron a inventarse una falsa correspondencia entre San Pablo y Séneca: “La mentira (fake news) parece haberse forjado en torno al siglo IV y por si sola es indicio de la popularidad de Séneca en círculos cristianos (Carmen Codoñer). Hijo único, muy unido a su madre Hévia, a quien escribió una carta indispensable de vida para conocer su pensamiento. Escribió otras 123 cartas morales y 20 libros. Su madre le inculcó que “un día del hombre instruido dura más que la vida más larga de los ignorantes”. Lo siento. Denunció el poder destructivo del dinero que enfrenta a socios de instituciones, a familias, a padres e hijos, prepara venenos, abre grietas de resentimientos, rae sentimientos, pervierte decisiones, entrega espadas lo mismo a asesinos profesionales que a legiones patrióticas. Creía que no hay nada más inconsciente y también temible que la gente, entendida como masa. “Las fieras, decía, carecen de ira, así como todos los seres a excepción del hombre. No hay pueblo que no sufra el azote de la ira, tan poderosa entre los griegos como entre los bárabaros”. La gente. O sea.

Dedicado a las colegas salesianas, todas excelentes pedagogas y además de doctoras en su especialidad también en humanismo con quienes compartí días felices entre aquellos más de 2500 alumnos: Pilar Sineiro, Pilar Andrés, Pilar Gangoso, Isabel Fernández, Isabel Alonso, Mercedes Mateos, María Gallego, Goyi Martín, Concha Benito y la incomparable secretaria general “Lola”, amiga de todas las estaciones. Además a la gran Ambrosina Volpati, que durante tres años como monaguillo en Salesianas-Pº de las Delicias me pagó mi primer sueldo de 27 pesetas al mes y 3 de descuento por un magnífico desayuno diario y en la posguerra.

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