Dar la vuelta a las pancetas

Aprendiendo a Vivir

3 abril 2025

José Higinio Bastante

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La fuerza de la Comunidad es la de cada uno de nosotros. Cada uno aportamos algo, un servicio que, por pequeño que sea, crea Comunidad. Esto nos ayuda a vivir la fe.

El año pasado el grupo de Salesianos Cooperadores de Aranjuez realizó un torneo de pádel para recaudar fondos ante una iniciativa social. Creo que puede contarse con los dedos de la mano las veces que he jugado al pádel o a cualquier deporte. Bueno, pues me puse a disposición de los salesianos cooperadores más jóvenes de nuestro grupo, que no hacía mucho habían hecho sus Promesas, y una de ellas, con mucha pasión, nos convenció de que era posible…

Muchos de los “mayores y con experiencia” pensamos que saldríamos “lo comido por lo servido”, pero por darnos visibilidad y apoyar nuevas iniciativas, nos animamos. Había mucho que hacer: buscar patrocinadores, organizar las inscripciones, ver los espacios, los premios, las camisetas, vender bocadillos… Yo no tenía experiencia en el juego ni contactos… poco podía aportar… de cocinar tampoco sé mucho… prefiero encargarme de limpiar el baño en casa antes que hacer la comida de los niños… pero bueno, para ir dando vueltas a las pancetas parece que no estorbaría.

El día en cuestión, unos cuantos llevaron todo el peso, pendientes de que todo saliera bien, y yo, en la parrilla, con otros, le puse todas las ganas y alegría de que era capaz, disfruté mucho, me reí un montón y la comida salió estupenda. La recaudación fue mejor de lo que esperábamos, nos encontramos con la generosidad de todos a los que acudimos (con algunos hubo que insistir más que con otros, también es cierto) y con la ilusión y apoyo de los que vinieron.

Enseñanzas te da la vida

¿Y qué he aprendido? Pues entre otras cosas, que la fuerza de la Comunidad es la de cada uno de nosotros, cada uno aportamos algo que ayuda a descargar a otros, y eso, quiere decir que cualquier servicio, por pequeño que sea, crea Comunidad, que es quien verdaderamente nos ayuda a vivir nuestra Fe. He aprendido que las pequeñas acciones son las que de verdad mueven el mundo, porque son a las que la mayoría podemos llegar. El mundo lo hacemos más justo y cálido con nuestro pequeño granito de arena, sin grandes ruidos, siendo lo que cada uno puede ser y dando lo que cada uno puede dar, sin más; y he aprendido que nuestra pasión por los jóvenes puede ser, simplemente, escucharles.

A nadie le sorprenderá que este año, con ilusión, hayamos repetido el torneo. Os esperamos para el año que viene.

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