La participación activa de Ángel Naranjo en la vida educativa del centro refleja su implicación en la formación integral de los alumnos, no solo en el ámbito técnico, sino también en el desarrollo personal y ético. Es un magnífico profesional, un buen educador y una gran persona, por ello fue escogido para pronunciar el discurso de la apertura oficial de este curso. No dejó a nadie indiferente, y eso que disertaba delante de un alumnado poco amigo de escuchar discursos oficiales. Estas son algunas de las ideas con las que se ganó al joven auditorio:
“Al preparar este discurso, solo tenía claro que quería hablar de cosas cercanas y reales. He estado 12 años de mi vida de jefe de estudios en esta Casa de Triana y llevo desde 2004 como profesor. Este miércoles pasado, 17 de septiembre de 2025, hizo 21 años de mi primer día de clase aquí. Haciendo cálculos, a una media de unos 180 días lectivos cada curso, he vivido aquí 3780 días… y a una media de 5 horas al día, 18900 horas de clase.
Voy a hablar de una especie de reglas o leyes de la vida que casi siempre ocurren, que nos pasan a todos, pero que no están escritas en ningún sitio ni sabemos por qué suceden.
La primera de estas leyes que he aprendido de los alumnos se podría llamar “Ideas previas erróneas”.
Imaginad una pizza recién sacada del horno y alguien os pregunta qué ingrediente está más caliente. Casi el cien por cien diría, que lo que más quema siempre de la pizza y por tanto está a más temperatura, es el queso y lo que menos… los bordes.
Claro, el horno ha sido capaz en los 20 minutos que lleva la pizza dentro a 180 grados, de calentar mucho más el queso y menos los bordes. Por mucho que nos digan mil veces, que los dos están a la misma temperatura y que, que te quemes más con el queso depende de una propiedad llamada conductividad térmica (algo así como de la velocidad a la que cada cuerpo transmite el calor) que la próxima vez, nos seguirá pareciendo que el queso está a más temperatura porque quema más, porque es más lógico y porque… el queso quema más, y punto.
Esto nos pasa también cuando un compañero de clase nos explica algo de una asignatura antes de un examen. Nos enteramos “muuuucho” mejor que cuando lo explica el profesor, aunque lo que nos diga el amigo esté mal o sea una barbaridad.
Moraleja: Aprendamos a escuchar pero sobre todo a elegir bien a quién escuchamos y permitimos que nos de consejos: si escuchamos a cualquier influencer de moda de una red social que nos diga, por ejemplo, que eso de leer…, un futbolista también de moda que contrata “chicas de imagen” para su fiesta de cumpleaños en un barco, o consultamos al ChatGPT para decirle que estoy agobiado por algo y que me diga qué debo hacer ¿Escuchamos a esos antes que a nuestros padres, nuestros profesores o las personas que realmente nos conocen y nos quieren.
En segundo lugar, he aprendido que “hay cosas importantes en la vida, pero la que más es el peinado”.
Eso sí que es importante. Por eso, cuando pasáis por cualquier ventana, cristal o espejo echáis un vistazo a ver como lo lleváis.
El ser humano siempre busca a alguien con quien identificarse o a quien parecerse, aunque sea de forma inconsciente. Buscamos un modelo. Si un futbolista saca un peinado, si tal influencer saca cierta ropa, la forma de vida de un criptobro “petao” del gimnasio y un Ferrari, tatuajes…
No digo que eso sea malo, es nuestra naturaleza y todos lo hemos hecho. El problema es que, en general, elegimos a los mismos y así acabamos, todos igual entre los 4 o 5 modelos que hay. Peinados iguales, misma ropa y diciendo las mismas coletillas al hablar: “en plan, illo hermano, bro, chetao, random, obvio”…
Moraleja: Buscad personas con quien identificaros, pero hacedlo bien. Que sea gente a quien realmente merezca la pena parecerse: buenas personas, que se preocupen por los demás no solo por ellos mismos, que hagan este mundo un poquito mejor. No seamos borregos que hacemos lo que nos marcan otros desde las redes sin pensar ni analizar qué supone eso.
La tercera norma que he aprendido es que “todas las normas están mal y no sirven para nada, son una tontería”.
Llevo años escuchando, sobre todo a principios de curso, frases como: “¿Y por qué no podemos venir en pantalón corto con el calor que hace?, ¿por qué no podemos usar el móvil si somos mayores?, ¿Por qué se cierra la puerta a las 8? ¡Me he quedado fuera por un minuto!”
La moraleja aquí es simple: Las normas, y en concreto en esta casa, no están hechas para amargar a nadie. Existen porque somos mucha gente y la experiencia acumulada por decenas de años nos dice que son buenas para gestionar el día a día, mejoran nuestra convivencia.
Quizá en la sociedad, vemos normas o gente que se las incumple que llevan a la discriminación, la pobreza o la injusticia y es contra esas, contra las que debemos luchar.
…/…
La última cosa que he vivido con vosotros durante todos estos años ha sido veros cuando acabáis un ciclo después de 2 o 4 años con nosotros o cuando volvéis después de un tiempo.
A todos se os ve diferentes, más maduros que cuando llegasteis, más “adultos” y quizá haya un poquito de este colegio dentro de vosotros. Pero lo que más importante: “buenas personas” que seguro que están haciendo un mundo mejor allá donde os ha tocado vivir”.
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