La película cuenta la lucha vecinal de estos hombres y mujeres, marcados por la pobreza, pero con un profundo sentido de la dignidad, que trabajaron unidos para dar a conocer sus problemas y reivindicar pacíficamente sus derechos.
De entre todos los vecinos destaca Manolo Vital, un conductor de autobuses, luchador, tenaz y solidario, que “secuestró” el autobús que conducía, el 47, para llegar a Torre Baró demostrando que el transporte podía llegar hasta allí.
La película de Marcel Barrena emociona desde su inicio. Estamos ante una historia plenamente humana; muchos de los actores que aparecen son vecinos que en 1978 fueron testigos de la gesta de Manolo Vital.
Eduard Fernández interpreta al rebelde Vital con una convicción y una naturalidad sobresalientes. Fernández no parece un actor, parece un vecino rebelde interpretándose a sí mismo. Su interpretación es absolutamente extraordinaria, magistral.
Utilizando imágenes de los años 60 y 70, el filme cuenta con una ambientación dignísima y sus escenarios tienen un realismo excelente. Está hablada en castellano, catalán y ese catalán “mal hablado” que los llamados despectivamente “charnegos” aprendían para poderse integrar en Cataluña. No le falta a la obra una crítica educada de la distancia de los políticos con los problemas de los barrios.
“El 47” es una de las mejores películas del año; una película sencilla, valiente y humana; un canto a la vecindad, a las luchas sociales, u homenaje a un hombre que, desde su compromiso social y su dignidad, consiguió rescatar del olvido a los barrios y devolver la dignidad a muchos excluidos.
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