En el párrafo 70, haciendo referencia a la educación de los pobres en el siglo XIX, el papa León XIV citaba explícitamente la misión de Don Bosco y los tres principios de su método educativo, el Sistema Preventivo: “En Turín, san Juan Bosco inició la obra salesiana, basada en los tres principios del “sistema preventivo” —razón, religión y amor—“(Dilexi Te, nº 70).
No es la primera vez que un documento papal menciona al fundador de la Congregación Salesiana como referente en la vivencia de un aspecto de la doctrina cristiana. De hecho, retoma aquí una cita de la Carta Iuvenum Patris, de san Juan Pablo II, escrita con motivo del centenario de la muerte del santo de los jóvenes.
La educación de los pobres como acto de justicia y fe
En el tercer capítulo de la exhortación, León XIV traza un recorrido por la tradición cristiana y su compromiso histórico en la educación con los pobres. Entre otros aspectos, dedica cinco números al asunto de La Iglesia y la educación a los pobres.
Reconociendo, junto al Papa Francisco, el valor que tiene la educación como una de las expresiones más altas de la caridad cristiana, León XIV recuerda que “enseñar a los pobres era un acto de justicia y de fe […] la Iglesia asumió la misión de formar a los niños y a los jóvenes, especialmente a los más pobres, en la verdad y el amor” (nº 68).
Los educadores cristianos: una tradición viva
Esta constatación no es una idea abstracta, sino que se ha hecho presente a lo largo de la historia, con figuras de santos cuya misión él mismo destaca. A lo largo del texto, León XIV menciona a diversas figuras que marcaron la historia de la educación cristiana: san José de Calasanz y los escolapios, san Juan Bautista de la Salle y los Hermanos de las Escuelas Cristianas, san Marcelino Champagnat y los maristas, san Juan Bosco, el beato Antonio Rosmini, y varias congregaciones femeninas como las ursulinas, las maestras de la Orden de la Compañía de María Nuestra Señora o las maestras pías.
Más que una enumeración histórica, el Papa propone estos ejemplos como criterios hermenéuticos para comprender la vocación educativa de la Iglesia. Entre ellos destacan: enseñar al que no sabe como expresión de amor cristiano; una educación abierta a todos, sin distinción social; formación integral y abierta, pero también gratuita, sólida y fraterna. En su exhortación, el papa demanda además sensibilidad espiritual y pedagógica, dar prioridad hacia los más pobres y, finalmente, seguir un método basado en la preventividad: razón, religión y amor, para lograr una educación que forme el corazón, enseñe a pensar y promueva la dignidad humana.
Educar a los pobres no es un favor, sino un deber
El Papa concluye este recorrido con una afirmación de fuerte carga pastoral y social: “Para la fe cristiana, la educación de los pobres no es un favor, sino un deber. Los pequeños tienen derecho a la sabiduría, como exigencia básica para el reconocimiento de la dignidad humana. Enseñarles es afirmar su valor, darles las herramientas para transformar su realidad. La tradición cristiana entiende que el conocimiento es un don de Dios y una responsabilidad comunitaria. La educación cristiana forma no sólo profesionales, sino personas abiertas al bien, a la belleza y a la verdad. Por eso, la escuela católica, cuando es fiel a su nombre, se convierte en un espacio de inclusión, formación integral y promoción humana. Así, conjugando fe y cultura, se siembra futuro, se honra la imagen de Dios y se construye una sociedad mejor” (nº 72).
Sería interesante que los educadores cristianos reflexionáramos sobre estas palabras, que las convirtiéramos en objeto de profundización pastoral y en criterio de referencia para transformar nuestras estructuras educativas hacia la mejora de una educación cristiana auténtica.
El legado salesiano en la educación cristiana
La inclusión del Sistema Preventivo en un documento de esta envergadura reafirma no solo su vigencia, sino también su profunda relevancia en el contexto educativo actual. Más de un siglo después de su formulación por Don Bosco, los principios fundamentales que lo sustentan, -la razón, la religión y el amor-, continúan ofreciendo una respuesta lúcida y eficaz frente a los desafíos que plantea la formación integral de los jóvenes en el mundo contemporáneo.
El papa, al destacar esta tríada, reconoce en ella una pedagogía que va más allá de los métodos de instrucción o disciplina: propone una visión del educador como acompañante, capaz de guiar con equilibrio, sensibilidad y apertura al diálogo. En un tiempo caracterizado por la fragmentación de valores, la pérdida de referentes y la crisis de sentido, el Sistema Preventivo se presenta, pues, como una invitación a educar desde la confianza, la razón iluminada por la fe y el amor que genera auténticos vínculos humanos, a través de las intuiciones propuestas por Don Bosco en este texto conocido como El Sistema Preventivo.
Su presencia en el documento magisterial no se limita, por lo tanto, a un homenaje histórico, sino que se convierte en una llamada a redescubrir y actualizar el espíritu salesiano en las prácticas educativas actuales, ofreciendo un modelo pedagógico que integra lo humano, lo ético y lo espiritual de manera armónica y esperanzadora.
Mirando al futuro: una Iglesia pobre para los pobres.
Algunos se preguntan sobre si Dilexi Te puede considerarse un texto programático del pontificado de León XIV. Aunque muchos esperan un documento posterior que trace sus líneas de acción, como ocurrió con Evangelii Gaudium al inicio del pontificado de Francisco, esta exhortación ofrece ya una clara orientación: una Iglesia comprometida con los pobres, que educa desde el amor y la justicia, y que encuentra en la pedagogía cristiana un camino para evangelizar y transformar el mundo.











La verdad es que en el cole (años sesenta) a mí el sistema me pareció meramente reactivo y correctivo, pero quizá no entendí bien lo de preventivo (ni recuerdo que lo explicaran). Pero me parece saludable que una Iglesia rica se ocupe de los pobres.