En el año de la esperanza, creemos en los jóvenes

16 abril 2025

Los jóvenes no siempre arrastran buena fama. Algunos estereotipos que se nos dibujan desde los medios de comunicación no ayudan a ello. A menudo los jóvenes que vemos en la televisión, en las series y películas, son jóvenes vividores, despreocupados e insolidarios. No obstante, no son pocas las ocasiones en las que acontecimientos reales hacen aflorar esos otros jóvenes que no nos muestran los medios. Hace no muchos meses lo vimos con ocasión de la DANA de Valencia: Jóvenes generosos que entregan su tiempo libre de forma desinteresada para ayudar a los que lo han perdido todos, con barro hasta la cintura.

Además, en el mundo actual que nos está tocando vivir, los jóvenes se enfrentan a desafíos no conocidos por las generaciones precedentes, pese a que aparentemente tienen de todo y no les falta de nada: La globalización, la tecnología y los cambios sociales han transformado radicalmente el panorama en el que crecen y se desarrollan. En un contexto individualista y donde prima la inmediatez, todo cambia de forma vertiginosa dando poco tiempo a los procesos consistentes y maduros que necesitan para crecer y desarrollarse. En este contexto tan complejo, la familia salesiana y todos los seguidores de Don Bosco creemos firmemente en el potencial y la capacidad de los jóvenes para construir un futuro mejor.

Los jóvenes de hoy son testigos y protagonistas de una era de cambios vertiginosos, como nunca se ha visto. Lo que ayer era tendencia, hoy está ya obsoleto. Los procesos educativos y todos los educadores afrontamos un gran reto para poder atender esta realidad.

Además, la tecnología les ofrece oportunidades ilimitadas para mejorar, relacionarse y ser creativos. Sin embargo, los jóvenes son también esclavos de esa tecnología, y se enfrentan a presiones significativas, como la necesidad de adaptarse a un mundo en constante cambio, altamente competitivo en el ámbito educativo, laboral y social, y la lucha por encontrar su lugar en un entorno saturado de información y expectativas.

A pesar de estos desafíos, no pocos jóvenes demuestran, con gran coraje y creatividad, ser motores de una transformación social contracultural. Son capaces de movilizarse por causas justas, de innovar en campos diversos y de aportar nuevas perspectivas que enriquecen nuestra sociedad.

Desde la perspectiva del Evangelio y el carisma salesiano, vemos en los jóvenes una fuente inagotable de esperanza. Don Bosco nos enseñó a creer en el potencial de los jóvenes, en base al amor y la amabilidad de su sistema preventivo, creando un ambiente de familia donde los jóvenes pudieran crecer en un entorno de confianza y apoyo.

Al igual que Don Bosco, estamos llamados a ofrecer a los jóvenes espacios donde puedan desarrollarse plenamente, donde se sientan valorados y comprendidos, proporcionándoles herramientas para enfrentar los desafíos de la vida con fe y esperanza. Debemos acompañarlos dejándoles espacio, sin tutelarles, siendo testimonio evangélico y evangelizador con nuestra presencia en los espacios que frecuentan. Estamos llamados a no dejar de creer en ellos, a apoyarlos y a caminar junto a ellos en su viaje hacia un futuro lleno de esperanza y posibilidades, al igual que hizo Jesús con esas dos personas que, llenas de dudas y desesperanza, iban camino de Emaús.

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