Los ecuménicos
Ayer hemos celebrado la solemnidad de la Trinidad, una celebración que se ensarta en el rosario de celebraciones que coronan el tiempo de Pascua y dan color a las primeras semanas de esta vuelta al tiempo ordinario. Un día en el que ser más consciente de las palabras que acompañan a la señal de la cruz, de darle vueltas a la fuerza del misterio de Dios, de imaginar nuevas formas de relación con Dios que tiene insondables maneras de relacionarse con nosotros…
Si bien diferentes sectas e iglesias cristianas de fundación más o menos reciente no contemplan el dogma trinitario entre su sistema de creencias –baste pensar en los Testigos de Jehová o en los mormones–; tampoco en que, en ocasiones, los demás parezcan aportar muchas razones sobre la fuerza de la Trinidad. Quizá en ocasiones los ortodoxos sean quienes han ayudado a los demás a descubrir la audacia del Espíritu. Puede que los evangélicos sean un impulso de la historia para profundizar más y mejor en la figura de Jesús, el hombre de Nazaret y el salvador que permite descubrir la pura gracia. Si bien, desde la perspectiva católica y su reflexión histórica sobre la comunidad eclesial se puede entrar en el misterio de la unión de las tres divinas personas.
Recientemente me he encontrados algunas huellas trinitarias que siguen actualizando el mensaje de un Dios que es uno y trino. Gracias a Iris descubrí que la Trinidad puede formar parte de un estribillo de un rap flamenco. Gracias a Mariam pude ver a la Trinidad en el trasfondo de una película de esas que dan que pensar.
El rapero flamenco
Daviles de Novelda es un joven rapero, con influencias de Camarón, de la localidad alicantina que ha tomado como apellido artístico. Un vídeo distribuido a través de las redes –y grabado en parte delante del formidable santuario modernista dedicado a María Magdalena y otras iglesias que hay en Novelda– le ha hecho famoso entre los seguidores de este estilo artístico que parece basarse en la acumulación de versos libres y rimas improvisadas.
Gracias a la lista de reproducción de una joven me sorprendió descubrir una referencia trinitaria en una de sus canciones. En la letra de “Las calles de oro” narra una especie de experiencia espiritual ocurrida durante un sueño. A modo de revelación, tras poder saludar a algunos de sus familiares difuntos que le susurran lo bien que están en el cielo, se encuentra con un ángel y una voz que le habla.
“Sin miedo le dije, ¿quién es usted? Me dijo: “Yo soy Dios, y yo a ti te cree; yo soy el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Soy el alfa, el omega, soy aquí el más santo. Los demonios me obedecen, yo los espanto. Soy el todopoderoso y os amo tanto. Yo soy Dios, el que siempre va a amarte; yo te he dado el don de que hoy seas cantante; yo te he dao’ la vida, y encima antes de que nacieras ya sabía que ibas a estar aquí delante. Y os traigo, porque quiero advertiros; que advirtáis al mundo de que sigo vivo, ama a tu familia y también a tus enemigos. El amor es la medicina que a ti te mantiene vivo”. Entonces, yo me he despertao’”.
La cabaña
Como los tres personajes de la teofanía junto al encinar de Mambré que vive Abraham (Gn 18), la versión cinematográfica de una novela ha ayudado a muchas personas, recientemente, a reflexionar sobre el Dios Trinitario y cómo compatibilizar el sufrimiento con el plan de un Dios bueno y misericordioso. Se trata del libro de William Paul Youg, ‘La cabaña’ (‘The shack’) que ha sido llevado al cine con bastante fidelidad y que ya ha reunido frente a las pantallas a 22 millones de espectadores.
Parece mentira que un película que tiene la estructura de thriller –creo que no es ‘spoiler’ decir que la película se inicia con un asesinato que hay que resolver–. En dicha búsqueda de respuestas tendrán mucho que ver tres personajes que reúnen en una cabaña: una mujer de origen africano, un trabajador árabe palestino y una mujer asiática. El autor quiso romper los esquemas de la iconografía clásica más que asimilar a estos tres personajes los roles que la teología ha individuado en cada una de las Divinas Personas, sin embargo subyacen de fondo cuestiones como el amor de Dios que despliega todo su poder creando, redimiendo, santificando…
Una metáfora, no es más que eso, para sumergirnos de una manera diferente en el Dios cristiano, uno y trino. Una atmósfera cinematográfica que puede ayudar a muchos creyentes más que el prefacio litúrgico propio que el Misal romano ofrece para esta fiesta –por momentos más propio de un trabalenguas infantil–.
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