Es curioso lo asombrosamente efímero que es el interés que mostramos por las cosas, por los momentos, por las situaciones. Incluso por todo aquello que nos es agradable o placentero.
El ejemplo que más claramente ilustra mi comentario es el tiempo de Navidad. ¡Navidad! Solo con oír la palabra ya nos suena rara, extraña, fuera de lugar. Hace nada estábamos inmersos en la Navidad y hoy, el sonido de una pandereta, del sabor de un mantecado o ese adorno furtivo que se quedó sin guardar en un rinconcito del salón, nos causan una aversión tan grande como generalizada.
El hoy y el mañana
Para nosotros cada cosa tiene su momento y cada momento su ritual. Cuidamos tan poco las transiciones que no damos tiempo a nuestros sentidos a aclimatarse a lo que ha de venir. Nos atiborramos de lo que toca sin parar a otorgarle sentido…
El pasado 7 de enero ya se oían en la casa de mi vecino marchas de Semana Santa. ¡Semana Santa!
Tachamos días en el calendario como misiones cumplidas, como exámenes en los que nos conformamos con el aprobado por los pelos. No buscamos el sobresaliente ni la Matrícula de Honor. ¿Por qué? Porque eso implicaría una comprensión profunda “del temario”. Para eso habría que entregar trabajos extra y, lo que es más importante, trabajar cada día en lugar de solo cuando llega la fecha de la prueba. Eso sería aprovechar las transiciones. Esa sería la magia de vivir conforme a un calendario litúrgico que no es más que la vida repartida en momentos y sus transiciones: Preparación, disfrute, cierre, transición… Preparación, disfrute, cierre, transición…
Llave en mano
Tenemos la llave del cambio de estado. Tenemos las claves del sentido de cada momento del año y, sin embargo, nos empeñamos en salir del paso plasmando en el papel las 4 ideas que llevamos cogidas con pinzas. Porque con pinzas va cogido todo aquello en lo que no se profundiza, en lo que uno no se deleita por el simple hecho de comprenderlo en un nivel superior al de la última vez que lo vivió.
¿Y si nos plantamos? Hagámoslo hoy. Paremos a darle sentido al momento que vivimos. Vivámoslo para crecer, para dar nacimiento a ese sueño que somos para Dios y no para justificar nuestro paso por este mundo, por este año. ¡Hagámoslo hoy! Repitamos mañana.
Fuente: Boletín Salesiano (Descarga el PDF aquí)
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