Hoy más que nunca… ¡Gracias Santidad!

31 diciembre 2022

Es la fuerza de la sonrisa amable y la palabra justa. La de la voz quebrada y el tono convencido. La de la idea madurada y sabiamente argumentada. La del gesto creíble y la mirada trasparente. La de los ojos serenos y las manos elocuentes. La de la timidez y el desparpajo, la sencillez y la energía.

Sin hacer ruido. Con signos proféticos y una proverbial humildad. Paso a paso. Sin estridencias. Sabiendo bien hacia dónde. Ha sabido afrontar con convicción los envites. Consciente de cuanto había en juego y con una confianza ilimitada en el dueño de la viña. Sólo es un humilde servidor.

Libre y culto, ha buscado siempre la caridad en la verdad. Pensador de largo recorrido y mil batallas libradas. Curtido en nobles causas y buscador de horizontes. Músico de sensibilidad exquisita. Humanista de vasta cultura y hondo pensamiento. No ha dejado indiferente a nadie.

Es la fuerza de la debilidad. La debilidad de un hombre solo frente a todos. La fuerza de quien sabe del peso de la cruz y se siente sostenido por quien ha puesto luz en su mirada y latido a su corazón. La debilidad de los muchos años y el flanco al descubierto de quien no se oculta. La fuerza de la mansedumbre, la palabra libre y el gesto consecuente.

Este es Benedicto XVI. Doy gracias a Dios por su debilidad y su fuerza, por su testimonio creíble, por buscar la autenticidad, por caminar junto a la comunidad de los creyentes alentando a todos, por sus signos valientes, por amar a la Iglesia, por narrarnos a Jesucristo y recordarnos que Dios es amor, por no cejar en el empeño, por continuar sonriendo y ofrecernos su reflexión serena, por señalar el camino y coger nuestro paso.

Hoy más que nunca, ¡Gracias, Santidad!

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