La fuerza transformadora de la formación salesiana

8 octubre 2025

En verano, especialmente a final de agosto y en septiembre, cuando muchos aprovechan las vacaciones para descansar o disfrutar del ocio, cerca de 300 jóvenes entre 18 y 30 años han elegido un camino diferente: formarse para educar y acompañar a otros jóvenes. Logroño, Mohernando, Deusto, Sevilla, Valencia, Barcelona, entre otras sedes, han sido los lugares donde chicos y chicas han participado en los cursos de monitores, directores de tiempo libre, animadores del Itinerario de Educación en la Fe y coordinadores de pastoral juvenil, organizados por las Escuelas de Tiempo Libre, las Federaciones de Centros Juveniles y la Pastoral Juvenil Salesiana. De algunas de estas iniciativas nos hacemos eco en este número del Boletín Salesiano.

A simple vista podrían parecer unas jornadas formativas más. Pero detrás hay un testimonio valiente y contracultural: jóvenes que deciden invertir su tiempo libre en formarse para estar al servicio de otros. Muchos de ellos ya están realizando tareas de monitores, el verano lo habían dedicado a campamentos y colonias, pero quieren formarse más. Se capacitan en psicología del desarrollo, habilidades sociales, recursos pedagógicos, comunicación, primeros auxilios, legislación… Pero también, y sobre todo, en la identidad cristiana, la Biblia, la vivencia comunitaria de la fe y el Sistema Preventivo de Don Bosco, que inspira toda esta pedagogía educativa y pastoral.

No se trata solo de adquirir técnicas. Esta formación es un camino de madurez personal y crecimiento vocacional, un verdadero “campo de entrenamiento” para quienes quieren ser líderes positivos en sus grupos y centros. Es una escuela de humanidad y de fe. Como indica el Cuadro de Referencia de la Pastoral Juvenil Salesiana, el animador es una figura clave para “acompañar a otros jóvenes en su desarrollo integral y en su camino de fe”. Y eso requiere preparación, experiencia y una opción clara por el servicio y la entrega.

Y no se trata de una formación aislada. Estos jóvenes seguirán participando en otras propuestas formativas ofrecidas por la Pastoral Juvenil para ayudarles en su vocación. En tiempos donde a menudo se acusa a la juventud de desinteresada o apática, estos jóvenes nos enseñan otra cara: la de quienes descubren que el verdadero sentido de la vida está en el dar, en el servir.

Son los «buenos cristianos y honrados ciudadanos» que soñó Don Bosco, y hoy se preparan para hacer de cada centro juvenil, de cada uno de nuestros grupos de fe, un hogar que acoge, una parroquia que evangeliza, una escuela que educa para la vida, y un patio donde encontrarse como amigos.

Creo que es una noticia esperanzadora: que sigue habiendo jóvenes que sueñan con transformar el mundo empezando por lo cercano, regalando sus talentos, su tiempo y su alegría a otros jóvenes. Y esa, sin duda, una buena inversión de futuro.

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