Covadonga Cid Busto y Elena Martínez Ramos acaban de regresar de su experiencia de voluntariado, que ha durado un mes desde el 19 de julio al 20 de agosto. Hemos tenido la oportunidad que nos cuenten lo que han vivido en Ebolowa (Camerún-África).
No sabíamos hasta qué punto África se quedaría con parte de nuestros corazones. Es muy difícil contar con pocas palabras todo lo vivido, por la diferencia cultural y por todas las personas con las que hemos compartido vida durante este mes. Cuando vives algo así, siempre llega la pregunta de: ¿y con qué te quedas de esta experiencia?
Nos quedamos con la humanidad, con el cariño recibido, con las ganas de aprender y con la certeza de que el sueño de Don Bosco ha llegado de la misma forma a todo el mundo. Hemos sentido su presencia especialmente en la cárcel, en una cárcel de Ebolowa. Un lugar muy pequeño para cientos de personas, un lugar donde no fuimos capaces de ver maldad, en el que vimos sonrisas, en el que compartimos partidos de vóley y eucaristías. La fe no puede faltar cuando falta todo lo demás .Hicimos como Don Bosco con los muchachos de la cárcel en Turín, rezamos y jugamos, compartimos nuestro tiempo con esas personas que entran allí pero no saben cuándo van a salir, porque lamentablemente, para muchos de ellos será su casa para siempre. Había jóvenes, mujeres y hombres, personas que se equivocaron y que han pagado caro ese error.
Desafortunadamente, la justicia no funciona tal y como nosotros la conocemos, puedes ser inocente y pasar media vida en la cárcel, allí no existe la prisa ni el estrés. Tenemos la sensación de que este mes ha sido un sueño, pero las fotos y los vídeos nos recuerdan que ha sido real, y desde luego una experiencia de fe y de vida.
Nuestra vida allí ha sido sencilla y humilde. Nos levantábamos muy temprano, allá sobre las 6, lo primero que hacíamos era ir a rezar y luego a desayunar. Dábamos clases de inglés y español. Comíamos plátanos, arroz y aguacates. Jugábamos al fútbol y al baloncesto y al acabar una ducha bien fría para recuperar. Volvíamos a rezar antes de cenar y al acabar el día, nos asegurábamos de colocar bien la mosquitera para poder descansar. Quizás lo que más nos ha tocado el corazón ha sido ver con nuestros propios ojos que en la vida hay cosas que son indispensables, otras esenciales y otras sencillamente innecesarias.etc Para muchas personas lo indispensable es tener cada día algo que comer y poder beber agua potable, aunque para ello haya que caminar un par de kilómetros, y llevarla en la cabeza subida , cogiéndola en el Centro Don Bosco de 16:00 a 18:30h.
Hemos aprendido grandes lecciones de vida y es que siempre hay un tiempo para todo y nosotros somos los responsables de lo que hacemos con el tiempo que tenemos de vida. Un mes da para hacer muchas cosas, hemos comprobado que hay un tiempo para comer, rezar, jugar, amar, reír, limpiar, enseñar, aprender, bailar, descansar y especialmente AGRADECER. Gracias a las personas que hemos conocido y con las cuales hemos compartido VIDA. Y es que cuando no tenemos internet, hablamos más con las personas que tenemos al lado, igual que cuando se va la luz encendemos algo para alumbrar pero también alumbramos al que tenemos al lado. Nosotras íbamos dispuestas a dar lo mejor de nosotras mismas y nos hemos dado cuenta que muchas personas han sido realmente LUZ para nosotras allí.
Hemos visto basura por el suelo a montones, personas que caminan tranquilas, sin preocupaciones. Quizás de la importancia de ahorrar no son conscientes aunque el dinero sea lo más atrayente. En Camerún hemos conocido un poco de la cultura de su gente y hemos comprendido el valor de vivir el momento presente. La vida se gasta, se va y sólo tenemos lo que hemos vivido y por ello lo más bonito que allí hemos dejado ha sido nuestro cariño y alegría a los niños/as y jóvenes cameruneses de la región de Ebolowa.
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