Ladrones de energía

3 octubre 2024

Estamos comenzando el curso y, si nos han ido bien las vacaciones, seguro que estamos pletóricos de energía. Pero, sabemos por experiencia que poco a poco, a veces sin ser conscientes de ello, se nos van descargando las pilas, se nos va escapando la energía por las entretelas de nuestro espíritu y el cansancio y el desánimo se apodera de nosotros.

Por eso es muy interesante descubrir por dónde perdemos nuestras fuerzas en el día a día. Unas veces se debe a problemas físicos o psíquicos que pueden necesitar de una revisión médica o atención psicológica, otras las analíticas nos dicen que no hay nada que vaya mal y sin embargo nosotros sentimos que “no estamos bien”.

Es verdad, también, que el tiempo en nuestra vida no pasa en vano y que conforme transcurren los años nos damos cuenta que no somos capaces de alcanzar y conseguir lo mismo y con el mismo esfuerzo. Pero si en la salud física y psíquica los resultados dicen que todo está bien, seguro que valdrá la pena revisar por qué no estamos al cien por cien, cuáles son los ladrones de nuestra energía.

El Dalai Lama ha escrito sobre los 10 ladrones de energía que podemos revisar y aplicar a nuestra vida para poder mejorarla. Veamos algunos.

Las personas tóxicas, las que nos convierten en un cubo para echar su basura de quejas, miedos y prejuicios. Son las malas amistades, las que envenenan el entorno familiar, las que siembran la discordia en el trabajo y amigos. Debemos poner distancia y protegernos de esta gente.

No descansar. Darnos permiso para descansar en un momento en que lo necesitamos. El cuerpo es un elemento imprescindible para llevar a cabo lo que nos proponemos, somos cuerpo. Hay que tratarlo bien. Estar atentos, sin obsesionarnos, sin hipocondrías, sin manías, sin caprichos, a los mensajes que nos manda. Hay que relajarnos, descansar, dormir lo que conviene, pasear, hacer vacaciones…

Aceptar. No hay nada que nos haga perder más energía que resistir y pelear contra una situación que no podemos cambiar. Lo que podamos hacer o cambiar a por ello, lo que no podemos modificar requiere una actitud distinta, sencillamente, nada más y nada menos, que vivir con ello. No es fácil, ni se soluciona en un par de días, pero se puede: un duelo, una perdida, un bache…

No perdonar. Perdonar es dejar ir una situación que nos está causando dolor El odio hacia la persona que nos hecho daño es algo que nos sale naturalmente, pero es lo que más daño nos hace y más desgasta nuestras energías. Odiar no hace daño a la persona que nos ha hecho daño, nos hace daño a nosotros y nos hace perder energía a raudales. El perdón exige un cambio en el corazón, una voluntad de querer cambiarnos. Si no perdonamos, somos nosotros los que salimos perdiendo, porque en nuestro espíritu quedará el resquemor, la amargura, la herida. Perdonar es lo más curativo y sanador que existe.

1 Comentario

  1. JOSE ENEBRAL

    A ver, son formas de hablar, pero a mí lo de “perdonar” no me convence… Quiero decir que, si alguien ha sido injusto conmigo, yo puedo optar por relativizar o preterir el asunto, como puedo empatizar con el agresor y sus circunstancias; puedo hacerlo y dar carpetazo, pero el asunto queda en las memorias porque ha ocurrido, y además supuestamente lo ha visto Dios. Desde luego que hay que evitar el odio que parece apuntar a la venganza en el momento oportuno; pero también puedes optar por alejarte discretamente, inteligentemente, de aquella persona, incluso sin desearle ningún mal.
    Digo que no me convence lo de perdonar, y en verdad no es por apuntarme al rencor u odio; lo que pienso es que perdonar suena a eliminar el castigo, y este (por abreviar) correspondería a Dios, al hacer el balance en cada persona. Yo, en caso de injustas ofensas repetidas, opto por el alejamiento posible y no lo llamo perdón, porque no me atribuyo la capacidad. Y si yo mismo he sido injusto, creo que lo correcto es admitir debidamente el error sin circunloquios ni mayores excusas, y dejar a la otra parte que resuelva como quiera.

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