La dimensión del daño es histórica: más de 40 aviones rusos destruidos o inutilizados. Según fuentes militares, se trataría del ataque más letal jamás realizado contra la aviación estratégica rusa. Este movimiento demuestra que la guerra ya no se libra solo en el frente, sino también en el espacio aéreo estratégico. Las consecuencias son imprevisibles.
Ya nadie duda de que esta guerra es la de la OTAN contra Rusia y, unida a otros muchos conflictos que se están desarrollando actualmente en el mundo (Israel y Gaza, Siria, Yemen, y Etiopía y Sudán, Burkina Faso, Somalia, Nigeria, Myanmar y la República Democrática del Congo…), es de hecho la Tercera Guerra Mundial, como solía insinuar el papa Francisco, que hoy se libra de un modo diferente a como lo fue la Gran Guerra o la SGM.
Las consecuencias de los conflictos son siempre terribles. Además de los militares que fallecen, conllevan de ordinario consigo pérdidas atroces de vidas civiles, desplazamientos masivos y violaciones del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos.
Cuánto me ha alegrado que las primeras palabras del papa León, tras su elección, hayan ido en esta dirección: «¡La paz sea con todos vosotros! Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo Resucitado, el buen pastor que dio su vida por el rebaño de Dios. Yo también quisiera que este saludo de paz entrara en sus corazones, que llegara a sus familias, a todas las personas, dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz sea con ustedes! Esta es la paz de Cristo Resucitado, una paz inerme y desarmante, humilde y perseverante”.
Viniendo a nuestro campo nos interesa resaltar que las guerras afectan gravemente a los niños y a los jóvenes, provocando una serie de consecuencias físicas, psicológicas y de desarrollo. Entre ellas se encuentran el desplazamiento, la pérdida de seres queridos, las lesiones, la desnutrición, la interrupción de la educación y una mayor vulnerabilidad a la explotación. Los efectos a largo plazo pueden incluir problemas de salud mental, retrasos en el desarrollo y dificultades para establecer relaciones sanas.
A continuación describo con mayor detalle las diversas formas en que la guerra afecta a los niños-as: Daños y lesiones físicas (violencia directa), minas terrestres y explosivos, que suponen una importante amenaza, causando graves lesiones y discapacidades; malnutrición y enfermedades, ya que los conflictos interrumpen el acceso a los alimentos, el agua potable y la atención sanitaria, lo que provoca malnutrición y enfermedades; exposición a entornos peligrosos (los niños pueden estar expuestos a sustancias tóxicas, materiales nocivos y entornos contaminados); traumas psicológicos; pérdidas de familiares y amigos, problemas de salud mental; desplazamiento y migración forzosa (pérdida de hogar y pertenencias, separación de la familia, dificultades en nuevos entornos); interrupción de la educación y desarrollo (cierre de escuelas, acceso limitado a recursos educativos….); retrasos en el desarrollo; aumento de la vulnerabilidad y la explotación (niños soldados, explotación sexual, trabajo infantil); también impacto en la dinámica familiar (pérdida de padres o cuidadores, separación familiar, cambios en los roles) y un amplio campo de consecuencias a largo plazo: dificultades en las relaciones, en volver a conseguir arraigos, mayor riesgo de problemas de salud mental grave, retos en el desarrollo. La lista podría continuar.
Termino. Algunos humanistas del siglo XVI, Francisco de Vitoria y Erasmo de Rotterdam entre otros, clamaron contra la guerra. La Relectio de iure belli del salmantino y el Adagio de la dulce guerra, del neerlandés, son dos alegatos contra la guerra, cuyos argumentos siguen teniendo vigencia en la actualidad, enriquecidos por muchas aportaciones del Derecho Internacional.
Procuremos hacer en nuestra vida realidad esa paz inerme y desarmante, una paz que no solo es ausencia de conflicto, sino un amor fraternal que se construye en base a la fe, la esperanza y la justicia.
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