Los conflictos bélicos y sus consecuencias

17 junio 2025

Ucrania termina de ejecutar hace unos días lo que consideran algunos el mayor ataque ucraniano contra bases nucleares rusas en lo que va del conflicto. La operación, denominada “Telaraña”, se centró en destruir aviones estratégicos rusos capaces de portar misiles con ojivas nucleares. Fueron atacadas simultáneamente cuatro bases aéreas: Olenya, Belaya, Diagilevo e Ivanovo, todas ellas claves en la capacidad disuasoria de Moscú. La base más lejana, Belaya, está ubicada a 4.700 km de territorio ucraniano. Esto demuestra que el objetivo no es solo militar, sino geopolítico: expandir el conflicto a otras naciones.

La dimensión del daño es histórica: más de 40 aviones rusos destruidos o inutilizados. Según fuentes militares, se trataría del ataque más letal jamás realizado contra la aviación estratégica rusa. Este movimiento demuestra que la guerra ya no se libra solo en el frente, sino también en el espacio aéreo estratégico. Las consecuencias son imprevisibles.

Ya nadie duda de que esta guerra es la de la OTAN contra Rusia y, unida a otros muchos conflictos que se están desarrollando actualmente en el mundo (Israel y Gaza, Siria, Yemen, y Etiopía y Sudán, Burkina Faso, Somalia, Nigeria, Myanmar y la República Democrática del Congo…), es de hecho la Tercera Guerra Mundial, como solía insinuar el papa Francisco, que hoy se libra de un modo diferente a como lo fue la Gran Guerra o la SGM.

Las consecuencias de los conflictos son siempre terribles. Además de los militares que fallecen, conllevan de ordinario consigo pérdidas atroces de vidas civiles, desplazamientos masivos y violaciones del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos.

Cuánto me ha alegrado que las primeras palabras del papa León, tras su elección, hayan ido en esta dirección: «¡La paz sea con todos vosotros! Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo Resucitado, el buen pastor que dio su vida por el rebaño de Dios. Yo también quisiera que este saludo de paz entrara en sus corazones, que llegara a sus familias, a todas las personas, dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz sea con ustedes! Esta es la paz de Cristo Resucitado, una paz inerme y desarmante, humilde y perseverante”.

Viniendo a nuestro campo nos interesa resaltar que las guerras afectan gravemente a los niños y a los jóvenes, provocando una serie de consecuencias físicas, psicológicas y de desarrollo. Entre ellas se encuentran el desplazamiento, la pérdida de seres queridos, las lesiones, la desnutrición, la interrupción de la educación y una mayor vulnerabilidad a la explotación. Los efectos a largo plazo pueden incluir problemas de salud mental, retrasos en el desarrollo y dificultades para establecer relaciones sanas.

A continuación describo con mayor detalle las diversas formas en que la guerra afecta a los niños-as: Daños y lesiones físicas (violencia directa), minas terrestres y explosivos, que suponen una importante amenaza, causando graves lesiones y discapacidades; malnutrición y enfermedades, ya que los conflictos interrumpen el acceso a los alimentos, el agua potable y la atención sanitaria, lo que provoca malnutrición y enfermedades; exposición a entornos peligrosos (los niños pueden estar expuestos a sustancias tóxicas, materiales nocivos y entornos contaminados); traumas psicológicos; pérdidas de familiares y amigos, problemas de salud mental; desplazamiento y migración forzosa (pérdida de hogar y pertenencias, separación de la familia, dificultades en nuevos entornos); interrupción de la educación y desarrollo (cierre de escuelas, acceso limitado a recursos educativos….); retrasos en el desarrollo; aumento de la vulnerabilidad y la explotación (niños soldados, explotación sexual, trabajo infantil); también impacto en la dinámica familiar (pérdida de padres o cuidadores, separación familiar, cambios en los roles) y un amplio campo de consecuencias a largo plazo: dificultades en las relaciones, en volver a conseguir arraigos, mayor riesgo de problemas de salud mental grave, retos en el desarrollo. La lista podría continuar.

Termino. Algunos humanistas del siglo XVI, Francisco de Vitoria y Erasmo de Rotterdam entre otros, clamaron contra la guerra. La Relectio de iure belli del salmantino y el Adagio de la dulce guerra, del neerlandés, son dos alegatos contra la guerra, cuyos argumentos siguen teniendo vigencia en la actualidad, enriquecidos por muchas aportaciones del Derecho Internacional.

Procuremos hacer en nuestra vida realidad esa paz inerme y desarmante, una paz que no solo es ausencia de conflicto, sino un amor fraternal que se construye en base a la fe, la esperanza y la justicia.

1 Comentario

  1. JOSE ENEBRAL

    Comentario *Celestial, el canto por la paz, doctor José Luis Guzón; pero es que el texto me rasca en ocasiones. Yo creo que lo que denomina guerra de la OTAN contra Rusia es, a mi modesto parecer, una guerra intermitente de Rusia contra Ucrania (país europeo aspirante a entrar en la OTAN). Dice usted además «ya nadie duda» y ahí parece que se ha venido arriba al estilo clerical; sin embargo uno podría percibir cierta «prevaricación» (que realmente no se cree lo que dice aunque, por lo que sea, le interese decirlo). En fin, que Rusia atacó de nuevo Ucrania y a los países europeos les parece intolerable, contrario a la estabilidad mundial: así lo veo yo, a mi particular modo setentón de ver.

    Pero la cuestión —vayamos a la cuestión— es que habla usted, doctor, de las consecuencias en los niños; habla de los niños aunque prefiere pasar de largo por el genocidio en Gaza porque quizá lo que se ha estudiado más es la «Telaraña». Sin duda mueren niños en demasiados sitios y ya duele aunque fuera uno solo; pero su «ya nadie duda» referido a la OTAN quizá encaja mejor en el genocidio de Gaza (tal vez algo más que un «conflicto»). ¿De verdad no ve usted, doctor Guzón, un trágico genocidio en Gaza, y prefiere enfocar un específico ataque ucranio a Rusia? Dice usted, en modo analista internacional: “Esto demuestra que el objetivo no es solo militar, sino geopolítico: expandir el conflicto a otras naciones”. ¡Toma castaña!, si se me permite la expresión.

    A ver, que yo soy un mero lector (exalumno salesiano) que comenta con cuestionable argumentación en uso de su tiempo libre; pero de los salesianos SDB (especialmente de los más destacados) uno esperaría aquí opiniones sólidas, valiosas, incontestables, que no sembraran dudas sobre la saludable imagen de la salesianidad. El recurso a obviedades «celestiales» (denostar la guerra) tal vez resulta más propio de Pero Grullo… Pues claro que nadie quiere la guerra y la OTAN tampoco, pero, si nos atacan, ¿habríamos de poner la otra mejilla? ¿Es eso lo que quieres sugerir? ¡Vaya comienzo, reprochando el ataque ucraniano a bases rusas lejanas! En fin, no he podido resistirme a comentar, aunque me haya podido cierta dosis de indignación que reste precisión. No sé si alguien leerá mi comentario, pero necesitaba formularlo.

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