Al preparar el café y beberlo queda un sedimento, el poso, que es un resumen concentrado del aroma, calidad y cualidades de la semilla. Curiosamente, lo que en realidad es un residuo, tiene muchas utilidades: como abono, eliminador de olores, repelente de insectos o eliminador de arañazos en madera, entre otros.
Hay incluso quien lee los posos de café depositados en el fondo de la taza, buscando claves para comprender el pasado, el presente o conocer el futuro.
Las personas también tenemos un poso que es el cimiento de nuestra personalidad; un resumen de nuestra forma de ser y cualidades. Aunque algunos sostienen que ciertos rasgos de la persona ya se tienen al nacer y otros se adquieren en la infancia, a través de las experiencias y del entorno en el que crecemos, sin duda el poso humano se va enriqueciendo a lo largo de toda nuestra vida.
Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a la proyección del documental “Love”, de Misiones Salesianas, que habla de la situación de las niñas en Sierra Leona, muchas de ellas abocadas a la prostitución. El padre Jorge Crisafulli afirma ante esta dura realidad, que “nunca hay que dar a nadie por perdido”, creencia que le lleva a trabajar día a día por construir un futuro de esperanza para estas niñas. Y es que, por fortuna, hay personas que quieren ser poso.
Muchos de nosotros tenemos la oportunidad de ser referencia, de dejar un sedimento positivo que forme parte de la vida de otros. Javier Cebreiros comentaba en el congreso “Emociona” de Escuelas Católicas, que a veces los chicos vienen con la mochila “muy cargada” y es difícil que lo que aportamos reequilibre su balanza en sentido positivo. No podemos sentirnos culpables por ello. Sin embargo, en otras ocasiones esa mochila no está tan cargada y, con nuestra aportación, se produce un cambio perceptible.
Como educadores, padres, madres tenemos la responsabilidad de realizar esta labor y hacer que la fe, la solidaridad, la esperanza, la alegría, la vocación, el diálogo, la paciencia, la empatía y otros tantos valores, sean parte de nuestra contribución a esa esencia de la persona, en especial de los que más lo necesitan. Y quizá también nosotros podemos buscar en otros enriquecer nuestro propio poso. De este modo, y sin ser adivinos, actuaremos en el presente para construir un futuro mejor.
Gran artículo. Enhorabuena Eva.
Preciosa reflexión, Eva. Interesante.
Magnífico y certero.
Enhorabuena Eva.