Más de un millar de ‘influencers’ católicos, laicos y religiosos que utilizan las redes sociales para hablar de su fe han llegado estos días a Roma para participar en su Jubileo, pues, explican, “la Iglesia tiene que ser también «digital» para llegar sobre todo a los jóvenes”.
Los días 28 y 29 de julio, como preparación del Jubileo de Jóvenes que se celebra a continuación y en el que se espera un millón de asistentes, se ha organizado en Roma varias conferencias, reuniones y una fiesta final dedicada a los llamados influyentes (‘influencers’) católicos o «misioneros digitales».
Entre ellos ha destacado el salesiano Sergio Codera, representante de la Inspectoría Salesiana María Auxiliadora, quien afirma en su entrevista en TVE que “ser misionero digital es algo que se veía como de estar un ‘poco locos’, que ya para ser santo hay que estar un poco loco, pero ya por fin la Iglesia le da sentido de comunidad y de misión”. Su misión es atraer a los jóvenes a la Iglesia, compartir sus experiencias religiosas y mucho más.
Por su parte, el cardenal Pietro Parolin afirmó que ser misionero en las redes «significa asumir el ritmo, las heridas, las preguntas y las búsquedas de quienes habitan este espacio, sin ceder al anonimato, la superficialidad o las tentaciones de protagonismo».
«No les pido que brillen, sino que ardan»
En su intervención, Spadaro invitó a los presentes a redescubrir el sentido profundo de la presencia cristiana en lo digital: no como una estrategia de comunicación, sino como un testimonio vivo y auténtico. “No les pido que brillen, sino que ardan”, afirmó, exhortando a los misioneros digitales a ser fuego que calienta, ilumina y acompaña. La web no es solo un medio, sino un lugar real “que hay que habitar con fe”. El algoritmo conoce los datos, pero no el alma: por eso la verdadera influencia nace del amor, no del rendimiento. No se trata de “crear una base de fans”, sino de fraternidad; no de perseguir «likes», sino de generar vínculos. En una época dominada por reacciones y polémicas, el reto es comunicar con compasión y visión, manteniéndose humanos, “arraigados” en Dios y capaces de encender esperanza. El jesuita subrayó que lo digital necesita más testigos que técnicos. “Perfiles que transpiren misericordia. Palabras que no impongan, sino que acojan”.
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