Una treintena de animadores y educadores se dieron cita en la Casa Inspectorial de Madrid para concluir el último bloque temático de esta formación inspectorial de segundo nivel. Tras los dos primeros encuentros, que pusieron el foco en la dimensión pastoral (octubre) y en la dimensión psicológica (noviembre), este último fin de semana ha servido para profundizar en la dimensión espiritual del acompañamiento.
Los módulos formativos que han ocupado el último bloque temático del curso se han centrado en el discernimiento, a cargo de Sergio Huerta, el acompañamiento de la oración, de la mano de Abel Domínguez, y la referencia a Jesús como modelo de acompañante, a partir de la reflexión de Federico Calleja.
El tiempo de convivencia, intercambio y reflexión compartidos durante todo el curso se ha valorado muy positivamente por los participantes provenientes de un buen grupo de Casas de la Inspectoría.
La formación concluyó en la capilla del Centro Juvenil Atocha, con la celebración de la Eucaristía dominical presidida por Xabier Camino, Delegado Inspectorial de Pastoral Juvenil. A la luz del Evangelio que inauguraba la primera semana de Cuaresma, Xabi invitó a los presentes a “poner en práctica las herramientas pastorales trabajadas durante el curso para ayudar a los jóvenes a aprender a discernir la propia vida, sabiendo distinguir el bien del mal, como hizo Jesús al ser tentado en el desierto”. Así mismo, les recordó que “este tesoro que os lleváis tras tres fines de semana de formación no solo es vuestro, sino que –si lo ponéis a su servicio– se multiplicará entre los muchachos que Dios os confía”.
Con la entrega de diplomas y la foto de grupo, se despidió esta nueva promoción de educadores y animadores “expertos en acompañamiento”.
Algunos testimonios
Este curso ha sido una experiencia renovadora para mí. Una formación que invita a pasar por uno mismo todo lo aprendido para poder preparase a acompañar a otros. Una experiencia formativa necesaria e ideal para empezar a abrir boca en esta tarea tan bonita de acompañar, reconociendo en este servicio todo un regalo de Dios en forma de herramienta para nosotros mismos y nuestros chicos.
Ha sido bonito comprobar cómo el Dios de Jesús de Nazaret se sigue «encarnando» en profes, animadores y educadores que nos sentimos interpelados por las realidades que viven los jóvenes con los que compartimos vida en nuestras Casas; por ello hemos querido dotarnos de herramientas pastorales, afectivas y espirituales que nos descubran por qué y cómo acompañar el proyecto de amor que el buen Dios tiene para cada uno de los jóvenes.
Al concluir esta formación solo me puedo sentir agradecida de formar parte del camino de la vida de nuestros niños y jóvenes. No hemos de dejar de estar siempre abiertos e inquietos a acompañarlos desde el corazón, reconociendo el valor añadido que esto le da a nuestro estilo de educadores salesianos.
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