Pues no. Nunca lo hubiera pensado.
Cuando estudiaba en el instituto todo lo relacionado con la separación de poderes, me parecía algo sólido, inmutable, indiscutible.
La importancia de la separación para garantizar la justicia, la democracia, la regulación de la sociedad…
Para salvaguardar la libertad, los derechos, la honradez, la convivencia…
Según han ido pasando los años y he ido siguiendo en los medios de comunicación el transcurso de la vida política y de las instituciones de nuestro país me han ido surgiendo muchas preguntas del tipo: Si los diputados eligen a los miembros de los órganos judiciales o como se diga – no soy precisamente experta en este tema – para garantizar algo así, la presencia de las tendencias políticas ¿puede haber realmente separación de poderes?
He ido superando la ingenuidad juvenil porque, lógicamente, las personas que estudian y ejercen el derecho son ciudadanas y tienen sus opiniones políticas, como el resto de la población y eso se trasluce en los principios y formas de desempeñar sus ocupaciones, como nos pasa a todos los demás.
Pero, cuando estos días me despierta la radio con todos estos rifirrafes -Bueno, más que rifirrafes porque esto me parece muy serio- entre el Tribunal y el Congreso, o gobierno mejor dicho, y el cruce de acusaciones entre los políticos, me asombro, me indigno, me enfado, me preocupo, me asusto…
Además, ayer comentaba a mis compañeros que voy a buscar y grabar el trozo del programa de radio en el que leyeron los titulares de los periódicos sobre la noticia porque es el ejemplo claro para trabajar con los jóvenes el pensamiento crítico relacionado con la objetividad de la información.
No quiero hablar de política, ni posicionarme sobre quién puede tener la razón. Sólo quiero compartir con vosotros mi preocupación, porque me parece ver que fácilmente se puede dar al traste con aquello que nos protege y salvaguarda. Desmontar lo que con reflexión y esfuerzo hemos ido construyendo como sociedad y quedarnos a la intemperie a merced de lo que a las autoridades de turno se les ocurra.
Y nosotros, muchas veces, con la mirada en otras cosas: que si el mundial, que si el turrón, que si…
Sin justicia no hay paz, solemos decir… ¿Cómo protegerla? ¿Podemos hacer algo?
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