El 2017 fue un año lleno de eventos para la Familia Salesiana a nivel global. Uno de los muchos episodios que serán recordados con alegría y gratitud será la liberación, después de 18 meses de secuestro, del misionero salesiano indio Padre Tom Uzhunnalil.
De rehén y víctima a fuente de inspiración para muchos. Es un mensaje que el Padre Tom deja a todos los hombres en los últimos meses. En las últimas semanas, el salesiano ha vuelto a referirse a su dura experiencia secuestrado.
«Para mantenerme con vida fueron algunos versículos del Evangelio los que me inspiraron. Recordaba a Jesús que dice: «No te preocupes, porque hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados». Por ello sabía que todo lo que sucediese sería parte del proyecto de Dios Padre Celestial (…) Mi amado Padre, mi bendito Padre, nunca nos daría algo malo para nosotros. Puede parecer que estamos sufriendo, pero al final, en lo que a mí respecta, no he tenido la fortuna o el valor suficiente, ni era digno de ser mártir», manifestó el P. Tom.
«Dios lo convierte todo en bueno y veo los 18 meses que pasé, mi regreso a Yemen y la liberación… Dios aprovechó esta oportunidad para fortalecer la fe de personas, como prueba de que Él existe, que él es un Dios viviente y que responde a las oraciones de sus hijos».
Por su parte, el P. George Muttathuparambil, compañero de misión en Yemen, recuerda con gran claridad los acontecimientos del 4 de marzo de 2016. La hermana Sally, la Superiora de las Misioneras de la Caridad en Adén, se comunicó con él por teléfono. «Me contó la escena del ataque, pidiéndome que llamara a la Casa General de las Misioneras en Calcuta, que llamara a Monseñor Hinder, Vicario Apostólico de Arabia del Sur, y al Inspector Salesiano de Bangalore. Los contacté y les comenté todo lo sucedido».
Mientras que las cuatro hermanas, Anselm, Marguerite, Regina y Judith, y otras 12 personas fueron asesinadas, la hermana Sally se escondió detrás de la puerta de la nevera en la cocina. Los atacantes entraron a la habitación varias veces, pero nunca miraron detrás de la puerta.
«Para mí fue algo increíble – dice el P. Muttathuparambil -, en ese momento me encontraba en Taiz, a unos 180 km de Adén». Aunque ya en esos días Yemen estaba desgarrado por la guerra civil que todavía continuaba, el salesiano se sintió seguro en Taiz, ya que no era un terreno en disputas, sino que estaba bajo el control de los rebeldes. Pero, frente a esta situación, estaba muy preocupado por el P. Tom. «Pedí a Jesús en el Santísimo Sacramento por el P. Tom y recé con algunas religiosas toda la noche».
El 10 de marzo, el P. Muttathuparambil viajó a Sana’a, porque su pasaporte vencía y tenía que regresar a su patria. Había planificado regresar después de dos meses, pero sus superiores decidieron que regresara porque la situación era demasiado peligrosa.
El P. Muttathuparambil continuó orando, como todos los demás, por el P. Tom, y se enteró de su liberación, como la mayoría de las personas, por los medios de comunicación.
Actualmente el P. Muttathuparambil reza para que la guerra en Yemen termine pronto: «Los pobres están sufriendo. Los inocentes sufren. La guerra no es la solución». Y aunque la guerra ha alejado a los salesianos del país, cree que su ausencia es solo temporal. «Cuando llegue el momento, volveremos», concluye.
Me gusta pensar que el Señor le ha salvado porque escucha nuestras peticiones de enviarnos sacerdotes santos para guiar a su pueblo. También necesitamos santos en vida de quien aprender.
Que Dios le bendiga mucho. Gracias por su buen ejemplo.