“Queríamos servir, con carisma salesiano, allá donde nos mandaran”

26 octubre 2023

Manuel Serrano

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En el mes de las misiones, Ana y Adrián cuentan su experiencia de Voluntariado Misionero en Venezuela en esta entrevista publicada en el Boletín Salesiano.

Ana de la Higuera y Adrián Cereceda son dos jóvenes que se aventuraron a hacer un voluntariado misionero el pasado mes de agosto en el Centro Juvenil Domingo Savio de Los Teques (Venezuela), ayudando a los animadores en su labor con niños, adolescentes y jóvenes. En esta entrevista, publicada en el Boletín Salesiano, nos cuentan su experiencia.

 

P.- Cuando llegan las vacaciones de verano, uno piensa en desconectar de la rutina y descansar. ¿Cómo surgió la inquietud por dedicar ese tiempo al voluntariado misionero?

Adrián: La inquietud surge del deseo de repetir la experiencia que viví con Jóvenes y Desarrollo hace diez años, cuando tuve la ocasión de visitar la obra de los Salesianos en Angola. Me marcó profundamente, hasta el punto de orientar mi voluntariado en el Centro Juvenil de Atocha hacia algo más social, trabajando con los chicos que estaban en la Cañada Real.

Ana: Adri me lo propuso porque nosotros participamos en otros voluntariados. Pensamos que era el momento adecuado y lo hicimos.

 

P.- La animación misionera tiene un cariz vocacional. Cuando os apuntasteis, no sabíais a dónde os iban a enviar. Que sea lo que Dios quiera… ¿Cómo vivisteis este proceso y qué sensación tuvisteis cuando conocisteis vuestro destino?

Adrián: Desde el principio, sabíamos que esta experiencia implicaba estar abiertos a cualquier destino. Queríamos servir, con carisma salesiano, allá donde nos mandaran. Cuando nos dieron la noticia de que íbamos a Venezuela, fue una sorpresa. Lo abrazamos con ganas.

Ana: El proceso durante las formaciones del voluntariado, antes de saber el destino, fue muy bonito. Todo el grupo lo vivió con mucha intensidad: juntos y queriendo compartir. Confiábamos plenamente en que la decisión que tomara el equipo para cada uno iba a ser lo correcto.

 

P.- Contadnos cómo es la realidad que os habéis encontrado en la misión…

Adrián: La realidad de allí tiene una doble cara. Por un lado, te cuentan la miseria fruto de la crisis económica y política que tienen, que afecta a toda su gente. La otra cara que ves es la más humana: conoces a personas que abren las puertas de su casa y de su corazón. Se vuelcan contigo y, más allá de lo poco que puedan tener, siempre están con una sonrisa.

Ana: Hemos estado en un oratorio, en un plan vacacional. Hemos trabajado con chicos de 6 a 15 años. Hemos trabajado más mano a mano con los animadores. Siempre dan lo mejor de ellos para que el proyecto salga adelante. Eso es lo más reconfortante.

 

P.- Una vez de vuelta, seguro que recordáis a las personas con las que habéis coincidido, especialmente a los chavales…

 Ana: Hemos generado relaciones muy estrechas con gente de allí. Para nosotros son muy importantes y creemos que también lo somos para ellos. Es una experiencia muy intensa y es muy difícil no involucrarse en ese sentido.

Adrián: Estamos convencidos de que los lazos que hemos creado en tan poco tiempo van a perdurar. Nos llevamos a gente de corazón.

P.- Adrián, has sido animador en el centro juvenil y ahora profesor en Salesianos Atocha. ¿Qué supone esta experiencia de voluntariado misionero en clave salesiana?

Adrián: Yo llegué a los Salesianos de Atocha como una persona que quería confirmarse y estaba buscando la experiencia de hacer un voluntariado. Se me abrieron las puertas en el oratorio, con los chavales del centro juvenil. Más adelante terminé siendo profesor en el centro. Quien ha tenido relación con los salesianos, sabe que cala este carisma. Lleva esta forma de trabajar allá donde vaya. Es algo que marca este proceso del voluntariado misionero.

 

P.-Ana, en tu caso, has conocido a la Congregación como alumna de FP en Salesianos Atocha. ¿Qué visión te llevas de la misión salesiana en el mundo tras esta experiencia?

Ana: Como alumna de FP, pude ver una parte de cómo trabajan los salesianos y conocer un poco el carisma. Pero ahora he visto en qué consiste realmente. Ha sido maravilloso poder vivir en primera persona cómo es trabajar por y para los jóvenes. No pensaba que fuera a sentirme tan a gusto y tan acogida.

 

P.- Que cada uno cuente cómo cree que le ha marcado al otro esta experiencia…

Adrián: La experiencia ha sido para Ana algo que ha ido cambiándola gradualmente. Ya en el proceso, tenía la ilusión de hacer esto junto a mí. Cuando recibimos el destino, tenía una profunda tranquilidad Una vez allí, no ha estado exenta de los miedos que puede tener cualquier persona, pero los ha superado. Al final, le ha dado pena tener que dejarlo.

Ana: Adri se ha sentido muy a gusto durante todo el proceso, tanto en las formaciones como en el mes que hemos estado en Venezuela. Le vi muy integrado en el proyecto. Ha sido muy satisfactorio para mí.

 

P.- ¿Ha sido especial vivir el voluntariado misionero en pareja?

Ana: Para mí no había otra forma de vivirlo. Creo que ha sido muy importante tener a mi pareja al lado para apoyarme en momentos que creía que no iban a ser fáciles.

Adrián: Teníamos claro que esta experiencia tenía que ser en pareja, independientemente de que fuera o no con los salesianos. Era un paso más que nos iba a hacer crecer. Y así ha sido.

 

P.- ¿Cómo ha sido vuestra experiencia de evangelización?

Ana: Adri y yo formamos una familia. Sin quererlo, hemos sido para ellos como pareja el reflejo de Dios en nuestra relación. Gran parte de nuestra misión ha sido dar ese ejemplo de pareja que se quiere, se cuida, se respeta…

Adrián: Como dice Ana, nuestra misión evangelizadora ha sido ser un modelo de amor. Ellos hablaban de un amor genuino. Sin quererlo, hemos sido una vía para ver a Dios en nuestra relación. Por otra parte, nos hemos encontrado con la profunda espiritualidad que ellos viven allí. Como nos comentaba el P. Juan Arbeláez, es curioso que las misiones ya no estaban tanto en evangelizar allá, sino en hacer una evangelización inversa. Algún compañero suyo pidió irse de misiones y lo destinaron a España a evangelizar.

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