La reedición de la obra de Naomi L. Baum y Tzivy Reiter, My Covid-19 Resilience Workbook”: A Mental Health Tool for Children, Parents and Educators (Mi cuaderno de resiliencia Covid-19″: Una herramienta de salud mental para niños, padres y educadores), me ha animado a escribir algo sobre una de las preocupaciones que realmente temenos en el corazón muchos de nosotros: la salud mental como una de las consecuencias más perniciosas que nos ha dejado la pandemia.
Si sanitariamente podemos decir que se ha avanzado bastante y que, sin poder proclamar que hemos vencido al virus, sí estamos en grado de señalar que estamos llegando a resultados medianamente aceptables, en algunas consecuencias como esta, las repercusiones en el ámbito de la salud mental, estamos todavía en mantillas.
Es frecuente entre maestros, profesores/as y educadores/as (también padres/madres) oír decir que los chicos/as han sufrido mucho las consecuencias de la pandemia y que, sobre todo, es en este ámbito de lo personal, de la salud mental, donde el daño se deja sentir más significativamente (esta sería solo una vertiente del Covid parmanente).
El marco teórico del cuaderno de trabajo de esta obra es el BRI-Building Resilience Intervention (Baum et al, 2009; Baum et al, 2013, Baum et al, 2018), una intervención creada inicialmente para trabajar con los educadores con el fin de aumentar su propia resiliencia personal, y para desarrollar habilidades que pudieran ser llevadas al aula con el fin de ayudar a los estudiantes a desarrollar su propia resiliencia personal.
El modelo BRI se basa en la literatura informada por la evidencia, y posteriormente contrastada en el campo, comparando las aulas de los profesores/as que participaron en la formación BRI con los que aún estaban en lista de espera. Los alumnus/as cuyos profesores/as participaron en la formación BRI mostraron una reducción de los síntomas postraumáticos y de la ansiedad, y un aumento del bienestar.
El modelo BRI consta de cuatro pilares: 1. 1. Autocomprensión de la conexión mente-cuerpo y de cómo el estrés afecta al cuerpo. Explorar las emociones, especialmente las más difíciles, como el miedo y la tristeza. 3. Desarrollar habilidades y recursos de afrontamiento y 4. Encontrar el sentido y la esperanza.
Iniciativas como estas marcan el camino de los recursos puestos a disposición de los padres/madres, educadores/as y niños/as que se enfrentan a la actual pandemia. derribando las barreras que impiden participar en actividades de salud mental y fomento de la resiliencia, y capacitando a los profesores/a y a los padres/madres para que abran el debate y trabajen con los niños/as sobre los sentimientos y los posibles factores de estrés. Muchos niños/as albergaban temores no articulados que solo fueron descubiertos mediante técnicas, dando a sus cuidadores la oportunidad de abordarlos. Con unos niveles de estrés, ansiedad y depresión sin precedentes, es imperativo desarrollar herramientas a las que puedan acceder fácilmente los cuidadores/as de niños pequeños, tanto los educadores/as como los padres/madres. Proporcionar materiales atractivos y divertidos puede contribuir en gran medida a fomentar la resiliencia y reducir el estrés de los niños en edad escolar. Ojalá el concurso de iniciativas parecidas favorezcan la resiliencia y fortalezcan la salud de nuestras comunidades educativas.
Estando de acuero con el contenido, además de felicitarte, sólo me queda recordar una cuestión a tener en cuanta *Nunca debemos bajar la guardia* cuando desde las redes sociales, televisión, etc. se nos garantiza que quitarnos la mascarilla hace poco menos que huir el virus, nada más lejos de la realidad, hablo por experiencia propia. Un abrazo Jose Luís y enhorabuena…