Los días 26, 27 y 28 de febrero, la comunidad Bartolomé Blanco se marchó a tierras extremeñas. ‘Era una promesa que estaba pendiente y que hemos podido cumplir con creces’, comentaban.
Desde el majestuoso Coliseo Romano de Mérida hasta el intrigante Teatro Romano, cada piedra cuenta una historia fascinante sobre la antigua civilización romana. “Con el guía, el pasado cobró vida, sumergiéndonos en las proezas y la grandeza de esa época. La visita al Monumento de Pizarro en Trujillo nos conectó con momentos cruciales de la historia, mientras explorábamos el Alcázar árabe y sus sistemas de almacenamiento de agua, testigos silenciosos de la ingeniería avanzada de aquel entonces”, explicaban sobre la experiencia.
En Cáceres, la inmersión en la autenticidad regional fue palpable al fotografiarse con las encantadoras señoras vestidas con trajes extremeños. La visita al Alcázar árabe y la muralla ofrecieron una visión de la fortaleza y la protección que la ciudad requería en tiempos pasados.
”La experiencia personalizada a casa familiar del director de la comunidad, Manolo Hurtado, con su amable apertura para mostrarnos su mundo, desde su lugar de estudio hasta la preparación de oposiciones, añadió un toque humano a nuestro viaje. La experiencia de compartir una comida en un restaurante recomendado por Manolo agrega un toque especial a la travesía. Compartir sabores locales en un lugar conocido por él amplió la conexión con la cultura y la hospitalidad de la región. Este encuentro gastronómico enriqueció aún más nuestra convivencia comunitaria, creando recuerdos sabrosos”, expresaban los participantes tras estos días.
Con la mente llena de aprendizajes y el corazón lleno de nuevas conexiones, el regreso a Sevilla marcó el fin de una travesía que ha dejado una huella imborrable en cada uno de los integrantes de la comunidad propuesta de Bartolomé Blanco.
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