El Hady Top, joven de origen senegalés de 18 años, es hoy un ejemplo de superación y valentía. Actualmente, reside en el Piso de Autonomía “Bosco Rubio” de la Fundación Don Bosco en Jaén, donde sigue construyendo un futuro lleno de oportunidades.
El Hady nació un 28 de marzo de 2006 en en Kaolack (Senegal), donde disfrutaba junto a sus padres Ami y Alioune y sus hermanos de una infancia sencilla marcada por la escuela coránica, el fútbol –su gran pasión– y las tardes en la playa. Desde pequeño, El Hady demostró ser un joven trabajador: a los 14 años aprendió el oficio de panadero para colaborar con el negocio de un familiar en Thiès, a más de 150 kilómetros de su hogar. Más tarde, comenzó a trabajar de comercial de bolsos y zapatos de mujer. Sin embargo, su inquietud y su deseo de ayudar a su familia lo llevaron a tomar una decisión tan difícil como valiente: migrar en busca de un futuro mejor.
Cuando se le pregunta sobre cómo se definiría, El Hady contesta con una sonrisa abierta de esta forma: “soy buena persona, mis padres me educaron bien para respetar a todas las gentes…” y «me enfocaron para tener un buen futuro”. «Además, soy muy responsable con mi trabajo».
El viaje de El Hady fue una experiencia que marcó su vida. Nos la relata con unos ojos brillosos que revelan el dolor que pasó. Con solo 16 años, dejó Senegal en una patera junto a otras 162 personas en la que todos eran hombres excepto 7 mujeres. Fueron siete días en el mar, enfrentándose al hambre, al frío y a la desesperación. La travesía estuvo llena de momentos desgarradores, como la pérdida de su amigo cercano, a quien tuvo que despedir en el océano. Su relato, cargado de dolor y resiliencia, es un recordatorio del sacrificio que muchos jóvenes migrantes realizan para buscar una vida digna.
Tras llegar a la isla de El Hierro, fue recibido por las personas voluntarias de la Cruz Roja. Después de cinco días, fue trasladado a Tenerife, donde permaneció durante un mes antes de ser enviado al centro de acogida inmediata de Víznar, en Granada. Allí, tras someterse a una prueba ósea, se confirmó que era menor de edad. Posteriormente, fue derivado al Centro de Protección de Menores de Los Prados, en La Zubia, donde permaneció dos días antes de llegar al Centro de Protección de Menores de La Huerta, en Zagra. Un largo recorrido hasta que El Hady encontró definitivamente su lugar en Jaén.
El Hady ingresó en el Programa de Inserción Laboral y Social Jóvenes Inmigrantes P+18, de la Fundación Don Bosco. Gracias a su esfuerzo y el apoyo del equipo, obtuvo su permiso de residencia y trabajo, abriendo así las puertas hacia su futuro.
El Hady es un joven lleno de energía y optimismo. Su sonrisa amplia y contagiosa ilumina cada espacio que ocupa. Una muestra de su generosidad fue cuando, poco después de llegar a Jaén, sorprendió a su educador cantándole “Cumpleaños Feliz” en wolof, su idioma natal, en una celebración improvisada. Este pequeño gesto refleja la gran humanidad y cariño que define su personalidad.
Actualmente, El Hady combina su formación en la Escuela de Segunda Oportunidad con el desarrollo de habilidades que le preparan para el mundo laboral. Sueña con ser mecánico, panadero o albañil, pero su mayor objetivo es claro: “quiero ayudar a mi familia para que no sigan pasándolo mal”.
La historia de El Hady es la historia de miles de jóvenes migrantes que enfrentan desafíos inmensos, pero que, con determinación y apoyo, logran transformar sus vidas. Desde la Fundación Don Bosco, nos sentimos orgullosos de ser parte de su camino, porque sabemos que el futuro de El Hady está lleno de esperanza, esfuerzo y, sobre todo, sonrisas.
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