Hace un par de semanas que participo en un curso de poesía creativa. Me sorprendió el diálogo que se crea entre personas desconocidas alrededor de una poesía. Mi reflexión de hoy nace del ejercicio que nos propusieron y de una conclusión a la que el grupo llegó…que pienso deberíamos cambiar, que está en nuestras manos.
Nos pidieron hacer un poema sobre “Las Palabras” como respuesta al poema “Ruego a las Palabras” de Miren Agur Meabe quien ganó, en noviembre de 2021, el Premio Nacional de Poesía. Cientos de palabras respondieron al poema. Analizamos las expresiones, los sentimientos que aparecen con ellas, las figuras, las rimas y los versos libres. En un momento apareció la expresión “palabras huecas”.
En la sala alguien dijo que eso era imposible, que no había palabras huecas, que toda palabra tiene algo que decir. Pero la mayor parte del grupo asintió cuando se valoró la expresión “Te acompaño en el sentimiento” como una frase vacía de contenido, en un momento que no debería estar vacío de sentimiento.
¿Cuántas veces hemos dicho “Te acompaño en el sentimiento” en un funeral o en un momento de duelo? ¿Cuántas veces hemos sido conscientes de lo que estamos diciendo? ¿Es una expresión vacía de contenido? ¿Está hueca?
En el mismo día, escribía una noticia para salesianos.info que hablaba de formación en “acompañamiento”. Los protagonistas de la noticia explicaban el acompañamiento como una relación especial con los jóvenes en su crecimiento. Como un acompasar el paso con ellos, pero no solos, también acompañados…por Dios.
Quizá la expresión nos parece hueca porque no sale de nuestro propio sentimiento, porque no sale de sabernos acompañados para poder acompañar. Sólo quizá…
Es una expresión que habla de acompañar y sentir contigo tu dolor. Desde el yo hacia el tú. Para darle su valor, necesitamos habernos sentido acompañados alguna vez y el dolor ha tenido que estar presente en nuestras vidas. El dolor que produce la pérdida.
Si caminamos hacia una sociedad individualista donde las haya. En la que el YO está en el centro de nuestra vida y no queremos abrirnos a la trascendencia. Sociedad que busca evitar el dolor en cualquier circunstancia, que enseña a esquivarlo.
Si vivimos así, no sabremos qué estamos diciendo cuando repetimos: “Te acompaño en el sentimiento” y dejaremos de decirlo, de hacerlo, de acompañar.
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