Abdoulaye llegó a España hace años en una patera. Después de un recorrido por diferentes centros de acogida realizó un ciclo de Grado Medio. Durante este tiempo estuvo acogido en nuestra comunidad, como uno más, hasta que terminó sus estudios y fue contratado por la empresa en la que llevó a cabo sus prácticas. Su desempeño fue tal que la empresa le propuso un contrato indefinido. En la actualidad vive de su trabajo, en una casa que alquila. De vez en cuando viene a visitarnos.
Su presencia en la comunidad fue una bendición. De natural discreto y respetuoso sabía muy bien cuál era su terreno y jamás invadió espacios que no le correspondían. Su juventud y sentido del humor dieron un ritmo nuevo a nuestra comunidad a lo largo de este tiempo. Fue sin duda uno más, aunque él era y sigue siendo musulmán. Esto jamás fue un problema.
Jabi vino de Guinea años después siguiendo un recorrido mucho más largo y accidentado que Adboulaye. Después de peripecias múltiples llegó a las costas de Málaga un día luminoso del mes de Abril, con el estómago revuelto y la cabeza llena de sueños. Actualmente estudia segundo de Grado Medio de mecanizado en nuestro centro. Está alojado en uno de los pisos de acogida que dependen de esta comunidad. Mientras se formalizaba su situación para ser acogido en el piso estuvo unos días compartiendo la vida de la comunidad. Su estancia fue breve, pero le acogimos con igual cariño.
Él sueña con tener un trabajo, y poder traer un día a su hermana, única familia que le queda en Guinea Konakry. Es trabajador y no escatima horas cuando se le propone colaborar con cualquier trabajo voluntario.
Moktar lleva varios años en España. Fue acogido en el primer piso de acogida de nuestra comunidad educativa. Trabaja en una empresa local desde hace años. El otro día tuvo un accidente y actualmente se encuentra en el hospital a la espera del alta. Como vive en un cuarto piso sin ascensor lo vamos a acoger en la comunidad. Me acaban de llamar desde el hospital en el momento en que escribo estas líneas para decirme que probablemente no será dado de alta hoy, sino en días sucesivos. (Hoy es 21 de Abril de 2021). En cualquier caso, tiene una habitación disponible en nuestra casa hasta que se recupere y pueda valerse por sí mismo. En este tiempo la mutua vendrá a atenderle y llevarle al hospital. Porque Moktar tiene un contrato estable, paga sus impuestos, y está afiliado a una mutua laboral.
Podría hablar de Ichem; de Otmán, de Mohammed, de Salah; de tantos otros que en este momento están trabajando, como obreros cualificados o como peones. Todos ellos están contribuyendo al sostenimiento de este país. Cumplen con sus obligaciones cívicas, y tienen muy claro que han de trabajar para vivir. Que no pueden esperar subvenciones, ni antes ni ahora. Son musulmanes que respetan y quieren a los cristianos, porque saben que es nuestra fe es la que nos ha llevado a acogerlos como hermanos.
Podría hablar de los que vendrán el curso próximo, a los que no conocemos, pero que acogeremos igualmente en nuestra comunidad, es decir, en nuestra casa, porque los cristianos vemos en ellos el rostro del Dios. Porque no tienen nada, más que proyectos. Porque son vulnerables, porque no tienen poder ni influencia, ni dinero. Porque sabemos que un día escucharemos “Fui extranjero y me acogisteis”, y en ese momento se nos llenará la memoria de nombres, como diría el obispo Casaldáliga. Y porque el futuro de nuestro mundo se basará en la fraternidad que construye, y no en el odio que corroe los cimientos de la civilización.
Ellos son gente de paz. Son como tú y yo, personas que quieren mejorar su vida. Quieren vivir en paz y sueñan con integrarse en el país que les acogió. No son un problema. El problema son los discursos de odio que solo incitan a unirse frente a un enemigo imaginario. Es el recurso de estimular las emociones en detrimento de la racionalidad. Eso siempre funcionó.
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