TERESA DE JESÚS, EL TESORO ROBADO

De andar y pensar   |   Paco de Coro

31 octubre 2023

  1. Celos

Amigo Javier:

Ignoro si entre las precursoras del feminismo se cita con el debido respeto, devoción y arrobo a Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada.

Hizo la voluntad de la vida.

Pudo osar el cielo descubierto a plena luz.

No le daba a nadie la ventaja de su imaginación.

Salió al encuentro de la lectura desde pequeñaja.

Hizo la voluntad de Dios

en días de nubes y de niebla

y se empujó al vacío

para caer sobre su pedregal de guijarros iluminados

y fundar conventos, cuyos frutos de piedra y oración

quedaron erigidos en Medina del Campo, Malagón,

Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de Tormes,

Segovia, Beas de Segura, Sevilla, Caravaca de la Cruz,

Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Granada y Burgos,

en el año mismo de su muerte.

Padeció toda la munificencia que la España atávica

destina al resentimiento.

Ignoro si se cita entre las precursoras del feminismo. Lo repito.

Pero si sé que ninguna reivindicación

del papel de la mujer en la historia está completa

sino dedica un capítulo agradecido a la “Santa”,

“la Santa de Ávila”,

patrona de escritores,

fundadora de conventos,

confidente de reyes,

doctora de la Iglesia, la primera,

maestra de espiritualidad,

maestra de emprendimiento,

para saber bajar a “los pucheros” del mundo,

que diría ella misma.

La enorme figura de Teresa

“fémina inquieta y andariega”, según la definió

y despreció un nuncio celoso de su empuje,

resulta tan avasalladora e invasora y arrolladora

que escapa a la propiedad de sus muchos devotos

y convoca la curiosidad, el afecto y la entrega

de artistas, pensadores, emprendedores

de cualquier signo.

 

  1. El tesoro

En toda especie son los solitarios los que se atreven a experiencias nuevas.

Hoy, son una cuota experimental que va a la deriva.

Detrás de ellos, la estela abierta vuelve a cerrarse.

Viví entre los 5 y los 7 años en la abadía de Casbas de Huesca.

Mi tío, mosén Gregorio, el arcipreste

y mi abuela, Mamá Nona, luchaban

por mantener la reconciliación en la posguerra

con el concentrado vigoroso del catolicismo tradicional,

a gloria de la Virgen de Gloria

y San Nicolás de Bari, patronos de la villa. Amén.

Cobraba un lugar de supremacía la biblioteca,

que yo espiaba sin ser visto.

Tenía la edad de mirar por las mirillas.

Me encandiló la novela Fabiola

y las Obras Completas de Santa Teresa.

Riesgos aparte. Aventuras aparte. Desventuras sin fin.

Pero al fin, conseguí robárselas a mi tío,

y ocultarlas hasta mi vuelta a Madrid

en la caja de los gusanos de seda.

Mi tío decía que las Obras ocultaban el mayor tesoro.

Me han acompañado, a lo largo de la vida,

hasta hoy.

El tiempo bisela, pasa la última mano del papel

de lija fino al día hecho a mano.

Las Obras han ido a la par con mi vida,

salpicando chispas de oro sobre las baldosas de piedra

de mi habitación “aquí o en Pekín”.

Tocar las “Obras” primero fue tocar un libro destacado,

después tocar la esencia del tesoro.

El niño de Casbas de Huesca que se sumerge

en la vida, en el espacio, en el tiempo,

con el cuerpo resbalado de sol y humedad

de experiencia y afectos,

de lugares y circunstancias,

de muertes y vidas,

aviva una de las escasas imágenes,

en las que el acontecimiento de Santa Teresa,

mantiene su licencia de vida,

de estudio, de interpretación, de referencia.

Esa fiesta rapidísima que es leer,

que es rumiar, interpretar, asumir, desechar,

sin necesidad de ideológicos, atrapadores, docentes.

Hay demasiada madera de golfos y embaucadores

en torno al tesoro.

Por eso adentrarse sin rumbo en él,

da alegría, sustento, margen, perspectiva.

 

  1. Atrápalo

Amigo Javier:

Sigo pensando que el don de la palabra,

es uno de los mayores regalos que la Providencia

te puede conceder.

Con ese se nace y después se pace.

Hay que reconocer que son muchos los que hablan. Demasiados.

Así se hacen compañía a sí mismos.

Son simplemente manufactureros de la palabra.

Envoltorios.

Fabricantes.

Procesadores.

Publicistas.

Frente a un cielo que baja a la tierra para pasar la noche,

les gusta, por encima de todo, dar las gracias al capataz. En vano.

No son palabras, son charloteo que se deshace

en las llamas del fuego de la cocina y calienta la sangre.

Cuando los confesores de Santa Teresa la guían,

y tres santos en persona refrendan la santidad de sus pulsiones:

Francisco de Borja, Pedro de Alcántara y Luis Beltrán… nada menos,

y advierten el gran talento literario de su pupila

le obligan a poner por escrito sus experiencias y sus reflexiones.

No solo fundó conventos, de los que a lo mejor te hablo,

sino también un estilo literario, barroco por más señas.

Pero la espontaneidad de su prosa:

Apasionada y original,

entrañable y legible,

hirviente y realista,

audaz y desenvuelta,

desentendida de corsés retóricos,

fértil de aridez castellana,

vertida en frases largas y transparentes como ríos:

¿el Adaja, el Tormes, el Arevalillo…?

La irresistible franqueza teresiana comparte linaje más bien

con la novela picaresca que con los tratados de perfección y oración

del P. Rodríguez jesuita o los de fray Luis de Granada dominico

y, si acaso, lo que uno busca aquí es atrapar

la consistencia de un carácter,

la persistencia del casticismo,

el origen del dominio del idioma,

el lenguaje dúctil y asombroso,

la capacidad de decir lo indecible,

con carácter propio.

 

  1. Genuina emancipación

La admiración que genera santa Teresa

ha merecido tributos mil tan sublimes

como el del cincel del Bernini en El éxtasis,

y otros tan discutibles como la carnicería supersticiosa

de que fue objeto su cadáver

troceado en reliquias propiciatorias,

más propio de la simonía que de la veneración.

Teresa no solo es la santa y la escritora

más importante de la historia de España,

sino también un baluarte histórico del catolicismo

y una página, necesaria e insustituible, de las letras universales,

capaz de inspirar a Truman Capote, nada menos,

o de cruzar el umbral de la cultura pop

en un capítulo de Los Simpson, oyeee…

o de componer los ánimos descompuestos

o de aliviar los trabajos que nacen del espíritu

o de lograr la genuina emancipación: la interior.

Lo más importante en ella es:

el vapor del arte

el ensueño del pensamiento

la música del deseo

la sed del espíritu

el imán de los sentidos

el hierro derrotado del pecado

la orza de miel alcarreña, la mejor

el espejo del alma española.

Más de setenta años me acompañaron

sus “Obras Completas

para encajar su pensamiento

en el estudio duro y apasionado

de Miguel de Molinos y su “Guía espiritual”,

primera de mis tesis doctorales, inacabada,

que durante un año dirigieron Tellechea Idigoras,

Pierre Blet y Torres Fontes,

aceitada con documentos del Archivo Secreto Vaticano,

engrandeciendo la reflexión,

el rigor intelectual

y la libertad interior.

A gloria de mi tío, mosén Gregorio, al que robé las “Obras”,

o se dejó robar,

de mi abuela Mamá Nona, que hizo la vista gorda en Casbas,

de mi madre Nieves, que supo conservar el tesoro

y de los mil saqueadores de mi biblioteca,

que se llevaron trabajos más vistosos,

y nunca repararon en mi Santa Teresa

medio quebrada y rota,

donde guardé las pesetas de mis charlas antiguas

y los euros de mis esfuerzos.

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