La martirizada Ucrania cuenta entre sus “buenos samaritanos” con toda la comunidad de los Hijos de Don Bosco que, con sus propios medios, se ocupan de quienes más sufren y logran llegar incluso allí donde las banderas no pueden ondear, donde la soledad y el abandono crean un silencio dramático. A contar la realidad de los salesianos y de la población ucraniana, tras más de tres años y medio desde el inicio de la invasión rusa, es el padre Mykhaylo Chaban, superior de la Visitaduría salesiana “María Auxiliadora” de la Iglesia greco-católica de Ucrania (UKR), quien hace unas semanas pasó por Turín-Valdocco y el Colle Don Bosco, para participar en la primera profesión religiosa de un novicio ucraniano formado en Turín en los últimos años.
Esperanza en Ucrania
A los responsables de la Procura Misionera salesiana Missioni Don Bosco, don Chaban describió una vida cotidiana marcada por las dificultades y el miedo, pero, sobre todo, por el compromiso, la dedicación, la tenacidad, la resiliencia, la dignidad y la esperanza. Esa esperanza que se ha renovado aún más con la profesión del novicio ucraniano.
“Fue una gran fiesta, porque el joven novicio se convirtió en salesiano. Es uno de los jóvenes que conoció el carisma a través de su participación en diversas actividades juveniles que nosotros proponemos: cursos para animadores, oratorio, encuentros de verano. Este acontecimiento da también esperanza de que este compromiso continúe y tenga éxito. En este momento, nosotros, los salesianos, tratamos de hacer todo lo que podemos por la formación en las escuelas.Tenemos centros de apoyo escolar, una casa-familia, actividades deportivas para niños y para personas que han sufrido amputaciones a causa de la guerra en curso.
Alegría y felicidad en tiempos de guerra
«Con la guerra queremos hacer todo lo posible para ofrecer a estos jóvenes momentos de alegría y de felicidad. Aunque el conflicto nos limita mucho, procuramos garantizar ante todo la seguridad de todos nuestros acogidos. Los ataques rusos se producen sobre todo de noche, pero también suceden durante el día; por eso, la protección de los espacios donde acogemos a los jóvenes es un elemento esencial del servicio que les ofrecemos”, comentó.
En Leópolis, en la parte occidental del país, siguen llegando familias procedentes de las regiones orientales de Ucrania. Las ciudades y los campos son atacados por las fuerzas rusas, y los refugiados llegan en busca de lugares más seguros, contó el salesiano.
“Vemos todo esto también a través de los ojos de nuestro padre Andry Bodnar, que sigue viviendo con esas familias en el pequeño asentamiento de casas modulares que hemos llamado ‘Mariápolis’. Allí viven unos doscientos cincuenta niños, muchos ancianos y numerosos discapacitados. Y el número de acogidos nunca disminuye, porque por cada persona que se va, llega otra”.
Cubrir las necesidades básicas, tarea salesiana
Los salesianos tratan de ofrecer diversas actividades, mejorando continuamente y ampliando su servicio según las necesidades. Este año lograron brindar momentos de alegría también a los ancianos, y junto con los niños y adolescentes que habitualmente son llevados unos días de vacaciones a la montaña, llevaron también a los mayores, alejándolos al menos por un tiempo de las angustias cotidianas de la guerra.
Los Hijos de Don Bosco continúan garantizando alimentos para trescientas cincuenta personas entre las más vulnerables: ancianos, enfermos, personas con discapacidad y familias muy pobres con niños.“Si dejamos de ofrecer esta ayuda, será muy, muy difícil para ellos sobrevivir sin siquiera una comida caliente al día. Al no poder trabajar, no pueden vivir únicamente con el pequeño subsidio estatal”.
La gente quiere volver a una vida normal, continúa trabajando incluso en las zonas donde la tierra puede estar minada: se limpia el terreno y se vuelve a cultivar. Los salesianos, gracias a los misioneros Oleh Ladnyuk y Gregory Shved, siguen llevando víveres cada mes a las zonas fronterizas, donde viven familias que, al haber perdido su trabajo, ya no tienen nada y apenas logran sobrevivir.
Y, para concluir, Chaban compartió un detalle muy significativo: en un admirable gesto de solidaridad entre los necesitados, entre los voluntarios que preparan esos paquetes de ayuda se encuentran también los niños acogidos en la casa-familia salesiana de Leópolis.











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