¿Un besito?

Aprendiendo a Vivir

10 abril 2025

Irune López Aresti

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Un tema peliagudo es el de la vulnerabilidad de los más pequeños con los adultos. Los padres deben saber poner límites a las muestras de cariño y cercanía en situaciones con otros familiares o conocidos.

El otro día, al preparar con compañeras el Día Mundial contra el Maltrato Infantil (25 de este mes), salió un tema un poco “conflictivo” en las familias.

Seguro que a todos nos suena esta escena: llega el niño o niña y la abuela, tío o vecina le dice “Dame un beso” y, a veces, no quiere. Yo era un poco así y entonces mi madre me decía: “Venga, dáselo; que, si no, se pone triste” o “No seas maleducada”. Y claro, al final, cedía. ¿Hemos pensado alguna vez si esto es lo mejor?

Y es que, en ocasiones, hay cosas que hacemos con toda la buena intención del mundo que pueden afectar a los niños más de lo que creemos.

Hoy sabemos

Desgraciadamente, hoy sabemos que hay un alto número de situaciones de abuso y que el 80% lo llevan a cabo familiares o personas muy cercanas. Al obligarles a dar besos y abrazos, sin darnos cuenta les estamos transmitiendo el mensaje de que no pueden negarse a nada que un mayor quiera y no les estamos ayudando a aprender a decir que no a muestras de afecto que no desean o les hacen sentir mal. Y esto, en el peor de los casos, puede hacerles vulnerables ante personas con malas intenciones.

De cara a su futuro es importante enseñarles que su cuerpo es suyo y que tienen derecho a decidir cómo expresar su afecto. Que nadie les puede forzar.

Ojo, esto no significa que les dejemos hacerse maleducados ¡Para nada! Hay una cosa que hay que enseñarles: “A los familiares y conocidos hay que decirles ‘hola’”. Saludar, siempre. Pero ya, los gestos de cariño… A las niñas o niños, igual que a los adultos, no siempre les apetece abrazar o besar, y menos a cualquier persona.

Aunque cuidado, papis, con irse al otro extremo y no dejar nunca dar besos o abrazos. Qué importante es también que aprendan a demostrar el cariño como algo natural y nosotros somos quienes podemos enseñarles lo “rico” que es un abrazo o beso sincero; por ejemplo, cuando nos ven dárselo a nuestros propios padres.

No está mal proponerles dar un beso o un abrazo, siempre y cuando sepan que pueden decir que no y que hay otras alternativas. Todos sabemos que el cariño puede expresarse de muchas maneras: una sonrisa, un guiño, un gesto con la mano, un “choca esos cinco”, una palabra bonita, un gesto “nuestro…” hasta un bailecito divertido. Esto puede ser hasta más divertido y crear más complicidad.

Así que, tíos, abuelos, vecinos y demás familia, la próxima vez que llegue la niña o niño y no quiera dar un beso, cambiemos el chip. Probemos con un “¿Cómo quieres saludarme hoy?” y dejemos que ellos elijan. Seguro que nos sorprenden. Al final, lo importante no es el cómo nos demuestren su cariño, sino que hagan lo que les sale de dentro. Que sientan a través de nosotros que el cariño es libre y tiene que ser sincero, nunca una obligación.

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