Un encuentro para la historia

8 diciembre 2020

Hace ahora 179 años, un 8 de diciembre de 1841, se produjo en Turín un encuentro para la historia. Me estoy refiriendo al encuentro entre don Bosco y Bartolomé Garelli en la sacristía de la Iglesia de San Francisco de Asís. Para los cristianos el tiempo no es solo una sucesión de momentos sino que es sobre todo historia de salvación. En aquel encuentro, Dios estaba pidiendo a un joven sacerdote que cuidara de los jóvenes de Turín porque andaban como ovejas sin pastor. Se lo hizo saber a través de un joven emigrante que se buscaba la vida como podía, y que en aquel día de la Inmaculada entró en una Iglesia para no pasar frío. Aquel día, Dios estaba pidiendo a don Bosco que cuidara de los muchachos y estos le enseñaron la manera.

En aquel encuentro podemos ver en germen el carisma salesiano. Un carisma que tiene una de sus fortalezas en la relación. Nuestra manera de hacer pastoral sabe lo importante que son las relaciones. Para nosotros es fundamental: estar cercano, ser amable, ser amigo, buscar puntos de encuentro, hablar un lenguaje que entiendan los jóvenes, estar abierto a su cultura, saber escuchar, buscar una salida positiva.

Yo también tengo un cariño especial por esa Iglesia de San Francisco de Asís. En ella podemos ver elementos significativos del carisma salesiano: una sacristía que habla de la relación educativa, un confesionario donde don Bosco se acercaba a recibir el sacramento de la reconciliación y donde recibía los consejo del sabio don Cafasso, un pequeño patio de pocos metros cuadrados donde jugaban los muchachos, y un pequeño altar.

Me refiero al altar donde don Bosco celebró su primera misa pocos meses antes del encuentro con Garelli. Ese altar está dedicado a los ángeles custodios. Todo educador tiene la misión de custodiar a los jóvenes: proteger, preservar, cuidar, guardar. Cuando te acercas a ese altar y elevas la mirada ves una inscripción que dice “auxilium christianorum”. Esa inscripción estaba allí cuando don Bosco celebró su primera misa, en junio de 1841. En esa época don Bosco todavía no hablaba de María Auxiliadora. Son pequeños guiños de la historia.

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