Un salesiano desde Sudán en guerra: “Caen bombas, pero no nos vamos”

8 mayo 2023

Vatican News

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Mathew Job, salesiano de la casa salesiana de El Obeid, relata la situación tras el estallido de violencia que ensangrienta el país. Llamamiento a la comunidad internacional: “Esforzarse por la paz, no es tiempo de silencio”.

“Los salesianos quieren estar cerca de la gente como icono de esperanza”. Mathew Job habla desde El Obeid, una ciudad de Sudán, capital del Estado de Kordofán del Norte, y tiene en sus oídos el sonido ensordecedor y aterrador de los disparos de artillería que, desde hace semanas, afectan también a la zona de la que es rector de la comunidad salesiana local.

El sacerdote y sus hermanos no quieren abandonar a la población ahora que la violencia que se ha desatado en el país está haciendo correr literalmente ríos de sangre. “Como ha ocurrido en otras ocasiones similares, queremos seguir prestando ayuda material y espiritual a todas las personas. Desde luego, no nos vamos a marchar”, afirma el salesiano.

¿Cuál es la situación en su zona?

Prácticamente todos los días se oyen explosiones de bombas. Desde el comienzo de la guerra, hemos cerrado nuestras escuelas y nos han dicho que permanezcamos en nuestras casas. El Obeid ha sufrido daños e incluso la catedral se ha visto afectada por los bombardeos.

¿Cuáles son las zonas del país más afectadas por la violencia?

El epicentro de la violencia fue la capital del país, Jartum. Pero otras dos ciudades vecinas, Omdurman y Bahari, también han sido duramente golpeadas desde el comienzo de la guerra. Una de las comunidades femeninas religiosas y una escuela cristiana fueron tomadas por una de las partes enfrentadas por estar situadas en un lugar estratégico. Con el aeropuerto de la capital cerrado, los esfuerzos por evacuar a los civiles se han paralizado y muchos intentan llegar a Sudán del Sur a través de la ciudad de Kosti.

¿Cómo intentan ayudar las comunidades salesianas del vecino Sudán del Sur?

Nuestras comunidades en Sudán del Sur no pueden ayudar en la situación actual, aunque intentan apoyar a los que consiguen escapar acercándose a ellos. Los acontecimientos en nuestro país son muy fluidos y no está prevista ninguna intervención, salvo la ayuda individual.

En términos más generales, ¿cómo está reaccionando la Iglesia en Sudán ante esta terrible situación?

La catástrofe que se ha abatido sobre nuestra nación es independiente del credo o la etnia. Por lo tanto, todos se ven afectados. La principal preocupación de cada persona, incluidos nuestros fieles, es mantenerse a salvo. Muchas instituciones eclesiásticas han sufrido daños. Pero la esperanza de que la guerra termine y vuelva la democracia nunca morirá. Mi mayor preocupación sigue siendo los jóvenes y niños, porque un conflicto prolongado puede borrar en ellos la esperanza de un futuro mejor.

¿Cuáles son las necesidades urgentes de la población?

Necesitan de todo. La escasez de combustible ha paralizado el transporte de mercancías y, en consecuencia, los precios se han disparado.

¿Qué papel debe desempeñar la comunidad internacional para intentar lograr la paz?

Debe hacer todo lo posible para intentar poner fin al conflicto. No se puede ser espectador y compadecerse de las víctimas. No hay lugar para el retraso o el silencio: hay que actuar cuanto antes para aliviar el sufrimiento de los civiles inocentes.

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