Una Cuaresma sin prisas

Aprendiendo a Vivir

30 marzo 2023

Abel Domínguez

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La Cuaresma es un tiempo litúrgico que prepara para la Semana Santa. Y como prepara, debe ser un tiempo en el que se excluya a las prisas… ¡No vienen nada bien!

Sigo sin entender por qué a veces rezamos con mucha prisa. Sin vocalizar, atropelladamente, pisando unas frases con otras, respondiendo al que introduce la oración sin dejar que termine lo que está introduciendo. Rosarios a la carrera, salmos sin pausas, oraciones de memoria sin respirar… ¿Es eso un diálogo auténtico con Dios? ¿Cómo te sientes cuando alguien te habla a toda prisa?

Las prisas también se notan en el protagonismo que le damos al reloj. Establecemos que el momento de oración o la eucaristía o la meditación tienen que encajar en un horario y, por tanto, con todo el derecho del mundo, es el reloj el que manda. Seguramente convencidos de lo importante que es lo que viene después de esa misa o de la oración.

Me gustaría pensar que son excepciones, pero lamentablemente creo que caemos en ello con mucha frecuencia en nuestra oración personal y también cuando rezamos en grupos o comunidades.

Seguramente aún no nos hemos dado cuenta de que Dios está ante nosotros y merece mucho más. Merece nuestro tiempo, nuestra atención, nuestra mejor disposición.

¡Cuánto ganarían nuestros momentos de oración con alguna pausa entre palabra y palabra! ¡Qué necesarios los silencios para encontrar en el fondo de nuestro corazón palabras auténticas y profundas! ¡Cuánto nos sorprendería Dios si dedicásemos tiempo únicamente a estar ante Él, dejando de mirar el reloj, para contemplarlo con calma!

Gimnasio para el espíritu

El tiempo de Cuaresma, que nos ayuda a prepararnos para la Pascua, podría ser este año un gimnasio que nos sirva para entrenarnos en todo esto. Una Cuaresma sin prisas, para una vida nueva calmada; una Cuaresma sin reloj, para una vida al ritmo de Dios; una Cuaresma de oración cuidada, para una relación con Dios auténtica y profunda.

Esta Cuaresma, cuando veas que la cosa se acelera, frena, respira hondo, cierra los ojos, vuelve a conectar con Dios, que te escucha sin prisa, pacientemente, y continúa ante Él.

Incorporemos el silencio, las pausas, la respiración profunda, la lectura tranquila, la contemplación confiada y serena… y no sólo cambiará la oración, también lo hará nuestra manera de vivir el resto de momentos del día.

El salmo 62 puede ayudarnos en esta Cuaresma a orar tranquila y confiadamente:

Descansa solo en Dios, alma mía,

porque él es mi esperanza;

solo él es mi roca y mi salvación,

mi alcázar: no vacilaré.

De Dios viene mi salvación y mi gloria,

él es mi roca firme, Dios es mi refugio.

Pueblo suyo, confiad en él,

desahogad ante él vuestro corazón:

Dios es nuestro refugio.

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