Vivir otra vez

De andar y pensar   |   Paco de Coro

6 marzo 2018

Javier Valiente me palmeó suavemente la espalda otra vez.

Tienes que hacerlo. Vas a ser el de antes: un chico que se comía las calles, las ciudades, los pueblos, un chico animado y lleno de vida. Mira, te diré lo que vamos a hacer. A partir de ya, escríbenos algo de opinión para salesianos.info, pero sin pasear por entre los automóviles y los ruidos. Los ruidos. Porque lo más importante es eso: vas a pasear cada día un poco, pero de momento no por las calles de Madrid, sino por ti mismo. Sin sobresaltos, sin sorpresas, ¿sabes? Ganando fuerzas. Y verás cómo dentro de unos meses vuelves a vivir otra vez.

Vivir otra vez… Mientras camino como un autómata por las calles de las Rondas, bebiendo mi seriedad, y por Argumosa, metiéndome entre los coches, saltándome los semáforos sin fijarme en ellos, Paco de Coro tiene esas sencillas palabras metidas en la cabeza: volver a vivir. Paco de Coro volverá quizá a vivir. Paco no lo sabía, pero ellos me habían conocido en otro tiempo; era un lejano cercano tiempo, cuando Vicente Gómez Tello estaba de guardia en la UCI de Moncloa y me trajeron medio muerto tras tres infartos múltiples en la calle Alfonso XII, esquina cuesta de Moyano. Vicente lo tiene clavado en la mente. Son tiempos en que todo parece posible y detrás de cada balcón parece estar aguardando una bandera distinta. Paco de Coro ingresó entonces sin conocimiento, fue curado de una forma “provisional” –que me ha mantenido por diez años- y con mis primeras fuerzas, necesitando apoyarme en las paredes para poder andar, fui en busca de los médicos mientras preguntaba con la ingenuidad del que estrena ilusiones: “¿Doctor, podré seguir escribiendo? ¿Tengo sobre mis mesas de Azkoitia más de 92 libros, unos casi acabados, otros a medio acabar? ¿Verdad que sí? ¡Hay que continuar!”.

Por la boca de Paco de Coro habló la voz de hombres y mujeres que murieron en el siglo XIX: Don Bosco, Vicente Manterola, Castelar, Donoso Cortés. Teresa Rodón Asencio…; a principios del XX: la reina Victoria Eugenia, Ernesto Oberti, el cardenal Spinola… o en los años treinta y tantos: Calvo Sotelo, Andrés Jiménez… Pero Vicente Gómez Tello lo había adivinado: vivían en la boca de Paco de Coro y vivirán siempre en la boca de hombres como él.

Vicente Gómez Tello nunca me lo dijo, pero fue él quien me dio el alta para salir del hospital Moncloa, quien me pidió que tuviera cuidado y no me expusiera a más golpes. “Oye, maldita sea. Ninguna preocupación te va a pagar una segunda cabeza. ¡Ninguna!”. Ahora Paco de Coro quizá siga creyendo en la audacia, pero ya no habla de ella. Habla de cosas tan sencillas como los ruidos de la calle, el color de los días cuando pasan, las palabras de los amigos, la luz de las ventanas, los recuerdos de los ancianos. En definitiva, habla de cosas que ya no le pertenecen y que él nunca podrá modificar, pero Vicente siempre le recordará como el hombre que quiso seguir luchando, como un hombre símbolo de la fuerza de todo ser humano, de la vida que debe seguir, de los libros que hay que terminar.

5 Comentarios

  1. FEDERICO SANFIZ DE LEÓN

    Don Paco, mi Maestro antes y mi Amigo ahora. Un honor encontrarme entre su gente cercana y un placer, aun desde la distancia, poder compartir cosas de la vida con él como así espero hacerlo durante muchos años más. UN FUERTE ABRAZO, DON PACO Y CUÍDESE MUCHO POR USTED Y POR LOS QUE LE ADMIRAMOS!

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  2. Antonio

    Querido Paco: Bravo! Toda una declaración de principios. Un buen comienzo para la serie. Con temple narrativo, con la encarnadura en tus palabras de siempre. Aquí estas.

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  3. Vicente Gómez Tello

    Un placer Paco haber contribuido a que la historia y sus personajes sigan fluyendo dr tu pluma. Hay mucha vida, y mucha Historia…

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  4. Batanero

    Recuerdo perfectamente, justo antes del episodio vital que mencionas, una tarde en mi casa repartiéndonos trabajo a Arturo Bris y a mí. Mi mujer notó en el color de tu cara que algo no andaba bien… pero ahí sigues, diez años después y los que te quedan, dando guerra y dándonos fuerzas a tus amigos para dar guerra en los ámbitos en los que nos desenvolvemos. Abrazo fuerte, Paco!!!

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  5. Enrique Poole

    He leído el relato y……..he empezado a rebobinar los recuerdos.
    Me entristeció muchísimo cuando me informaron del destino acontecido pero me tranquilicé y alegré muchísimo al concluir que tu entusiasmo, fuerza y ganas de vivir consiguieron cerrar la puerta que el destino te había deparado.
    No caigas en el desánimo ni en la derrota ante ese destino y no permitas que esa llave te la arrebaten para volver abrirla.
    Te quedan muchas letras, frases y pensamientos que historiar a todos nosotros y, seguro que también, contar a muchos españoles.
    Un fuerte abrazo, querido profesor, amigo y «prosélito» Don Paco

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